México solo tiene un rey y ese se llama Saúl Álvarez. En la gran fiesta mexicana del boxeo del 5 de mayo, Canelo tumbó a Jaime Munguía para retener los cuatro cinturones del peso supermedio que ponía en juego y confirmarse como lo que es: dueño, amo y señor de la categoría.
En la era de los cuatro cinturones (WBC, WBO, IBF y WBA), era la primera vez que se veían las caras dos mexicanos con ellos en juego. Y la balanza cayó del lado del campeón unificado, el de Tijuana, por decisión unánime.
Y es que fue ambicioso un Jaime Munguía que hasta ahora, y después de 43 combates, solo conocía la victoira. Tuvo ambición el aspirante, pero no siempre eso es suficiente si delante tienes a uno de los mejores de siempre. Y eso es Canelo.
Esa que encontró en el cuarto round. Munguía retó al rey y le salió cruz. Llegó el cuarto asalto y Canelo respondió con una derecha que solo fue el aviso de lo que estaba por venir. Esquivó un golpe de izquierdas de Munguía y ahí encadenó tres golpes que llevaron a la lona a su compatriota por primera vez en toda su carrera.
Un uppercut de derecha y un crochet de izquierda hicieron tambalearse tanto a Jaime que acabó sentado en el suelo, poniendo fin al cuarto y más claro asalto de la velada.
Todo eran victorias en el palmarés de Munguía. De 43 combates, 43 triunfos. Hasta que llegó Saúl Álvarez.
El de Guadalajara fue capaz de abrirle la guardia y encadenar golpes frontales, siendo más contundente que un Munguía que, eso sí, nunca le perdió la cara al combate.
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Según los expertos, dos de los tres primeros asaltos fueron de Munguía. Pero, a partir de entonces, todo se tornó en favor del rey Canelo, que terminó ganando a los puntos y confirmando que, en ocasiones, más vale tener paciencia.
"Tomo mi tiempo, tengo doce asaltos para ganar la pelea y eso he hecho", aseguró Saúl al término de la pelea.
"Jaime Munguía es un gran campeón, un gran boxeador. Es fuerte e inteligente, pero un poco lento. Pude ver todos los golpes, algunas veces me alcanzó porque me confié mucho", prosiguió Canelo, antes de autoproclamarse como el mejor boxeador en la actualidad.