Antes y después de lo que resultó ser la última pelea de Manny Pacquiao el mes pasado contra el sustituto del lesionado Errol Spence Jr., Yordenis Ugas, me di cuenta de que un viejo tema resurgió en las redes sociales.
El tema giraba en torno a si la dilatada carrera en el ring de Pacquiao, sus logros, triunfos y récords le situaban en la lista de los grandes del boxeo de todos los tiempos. Sigue habiendo un buen número de aficionados que insisten en situarlo en un nivel "B+" por debajo de los iconos absolutos de este deporte, alegando una de las dos razones principales de su argumento.
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El primer argumento es que Pacquiao no ha ganado 10 de sus 72 combates desde que se hizo profesional en 1995. Este es, por supuesto, el argumento popularizado por los fans acérrimos de uno de los conquistadores de Manny, Floyd Mayweather Jr. Mayweather, aunque sin duda es uno de los mejores que se han puesto los guantes, se aseguró de que su récord de imbatibilidad de 50-0 corriera el menor riesgo posible para poder proclamar que era EL mejor, "el mejor de la historia", por citar específicamente su campaña de marketing y merchandising.
Mayweather ganó su batalla en 2015, pero lo hizo cinco años después de que la demanda de los aficionados por el choque de titanes alcanzara su punto álgido en 2010. ¿Habría sido diferente el resultado entonces? Es difícil de decir: Mayweather seguía siendo uno de los mejores, pero Pacquiao era mucho más peligroso.
Y el récord final de 'Pac-Man' (62-8-2, 39 KOs) también podría haber sido mucho más halagador si hubiera sido más selectivo con sus peleas. Pero ése no era su estilo, y eso ya es un gran testimonio de su grandeza.
El currículum de Pacquiao parece un "quién es quién" de los luchadores de su generación. Se enfrentó a púgiles peligrosos, a rivales que ya había conquistado y a otros. Desde el punto de vista de los aficionados, su forma de enfrentarse a su medio de vida era mucho más admirable que una imagen de perfección meticulosamente protegida que todos sabemos que no existe realmente. Incluso en su salida, Pacquiao quería a Spence, que es un campeón invicto de dos cinturones y está en muchas listas de los 10 mejores de la libra por libra, incluida la de DAZN.
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El segundo argumento es una afirmación clásica que da grima: que no era tan bueno como los púgiles de "los buenos tiempos". La razón por la que esta afirmación provoca una mueca cada vez que se pronuncia es que el tiempo siempre ha sido el mayor ilusionista de la vida. Competidores que se encuentran unánimemente entre los 10 mejores de todos los tiempos (y con todo merecimiento), como Muhammad Ali y Sugar Ray Robinson, también tuvieron su cuota de derrotas, defectos y demás, que se desvanecen con el paso del tiempo cuando, como aficionados, pasamos a analizar a sus contemporáneos.
De hecho, es probable que Pacquiao se beneficie de esta misma disonancia dentro de 20-30 años, cuando los campeones del peso welter del año 2059 sean ridiculizados por haber perdido una pelea y sean proclamados como "no aptos para ponerse los guantes de Manny Pacquiao".
Por los combates que Pacquiao ayudó a ofrecer a la afición, por los logros sin precedentes (sigue siendo el único campeón mundial de ocho pesos de la historia, una hazaña que tal vez nunca se pueda tocar) y por la emoción que cultivaba cada vez que sonaba la campana, este intrépido guerrero pasará a la historia como uno de los más grandes de todos los tiempos.
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Y siempre que un promotor determinado o una categoría de peso determinada en una generación determinada se niegue a dejar que el mejor luche contra el mejor por miedo a sufrir esa primera derrota que no sea la de Superman, sospecho que aquellos que tuvieron la suerte de ver a Pacquiao hacer lo suyo durante estos últimos 26 años desearán que siga habiendo muchos más Manny Pacquiaos en este deporte.