Tyson Fury y Francis Ngannou se midieron en uno de los combates de boxeo más esperados de los últimos tiempos y en el que se esperaba que el campeón peso pesado del WBC dominara, pero el debutante con un amplio pasado en las MMA sorprendió al derribar a Fury antes de que este lograra una ajustada victoria por decisión dividida, con solo un punto de diferencia.
Las puntuaciones finales de 96-93 y 95-94 a favor de Fury superaron el 95-94 a favor de Ngannou, pero lo más destacado de la pelea fue sin duda la actuación asombrosa de Ngannou, que llevó a Fury a su límite.
A pesar de un comienzo prometedor, Fury sufrió un tropiezo en el tercer asalto cuando fue derribado por un gancho izquierdo de Ngannou. Aunque Fury se recuperó rápidamente, quedó claro que nos encontrábamos ante un choque de titanes en el que nada estaba decidido a priori.
Fury respondió con una actitud mucho más prudente, ganando asaltos con su jab. Sin embargo, cada vez que tenía éxito Ngannou volvía a la carga, llevando la pelea hasta la campana final.
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Mientras ambos luchadores esperaban ansiosos el veredicto de los jueces, Fury parecía sorprendido al vencer en la decisión final en una de sus pruebas más difíciles dentro del cuadrilátero, pese a enfrentarse a un rookie.
La próxima pelea prevista de Fury iba a ser contra Oleksandr Usyk el 23 de diciembre, en un duelo por el título indiscutido. Sin embargo, dicho combate podría retrasarse.
"Definitivamente, esto no estaba planeado. Francis es un luchador excepcional. Fuerte, poderoso y un boxeador mucho más habilidoso de lo que anticipábamos", declaró Fury tras la pelea.
"Estuve lejos del ring durante un largo periodo, 11 meses desde mi última pelea, y eso se notó en el cuadrilátero. Sin excusas, es un gran luchador y me impactó con algunos golpes sólidos", destacó.