Lo tenía en su mano y se le acabó escapando. Lando Norris estaba a punto de conseguir la primera victoria de su vida en la Fórmula 1 tras mantener una intensa batalla con Lewis Hamilton durante el GP de Rusia. Sin embargo, el clima, y su decisión de no parar, acabó dilapidando una jornada que podría haber sido histórica para él.
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A falta de pocas vueltas para el final, la lluvia hizo acto de presencia. En un principio, la cantidad de agua caída sobre el asfalto no dificultaba el pilotaje con neumáticos de seco. Sin embargo, a los pocos minutos comenzó a diluviar sobre Sochi y los pilotos decidieron parar en boxes.
Aquellos que continuaron unas vueltas más sin poner los neumáticos intermedios empezaron a cometer errores debido a la imposibilidad de mantener el coche dentro de la trazada en una pista con multitud de charcos. Uno de esos pilotos fue el líder, Lando Norris.
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El equipo se preparó en el pit lane para cambiarle los neumáticos al británico. Pero Norris no paró. El piloto, que lideraba la carrera, decidió continuar con los mismos neumáticos y aprovechar que Lewis Hamilton, que le pisaba los talones y había tratado de adelantarlo en más de una ocasión, había parado para sacarle la mayor cantidad de puntos posibles.
De hecho, cuando el equipo informó al piloto de que la pista estaba excesivamente mojada, éste los mandó a callar a través de la radio. La decisión estaba tomada.
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Pero ocurrió todo lo contrario: Lando Norris empezó a cometer numerosos fallos, yéndose fuera de la pista en cada curva y haciendo aquaplaning en cada recta, con la imposibilidad de acelerar a fondo. Tras la parada de Hamilton, el de McLaren le sacaba 24 segundos al segundo clasificado.
Dos vueltas después, Hamilton alcanzó la posición de Norris y lo adelantó en una de las ocasiones en las que se marchó fuera de la pista. La decisión de Lando trajo consecuencias directas: acabó la carrera en séptima posición tras rodar primero durante gran parte del Gran Premio.