Fernando Alonso arrancó la carrera del Gran Premio de Austria desde el 14º puesto de la parrilla después de una clasificación en la que un encontronazo con Vettel le impidió exprimir todo el potencial de su Alpine. Desde ese momento, el fin de semana de Fernando Alonso cambió de golpe.
A bordo de un monoplaza con potencial para clasificar en las cinco primeras posiciones, el piloto español hizo una gran salida en la que consiguió adelantar varias posiciones... pero no pudo mantenerlas y cayó hasta la 15ª posición al tiempo que salía el Safety Car por un accidente de Ocon en el primer giro. El piloto francés quedó fuera tras tocarse con Giovinazzi.
A partir de ahí, el piloto asturiano activó su modo más agresivo para demostrar que una mala clasificación no iba a arruinar su carrera. Esperó su momento y, hacia el final de la carrera, salvó un punto, al límite, adelantando a George Russell.
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La insistencia de un Fernando Alonso incansable
Adelantó su primera parada, salió en medio de un tren de coches, aguantó, y esperó a que los coches con goma blanda se viesen obligados a volver a parar. Así llegó hasta la undécima posición, por detrás del Williams de Russell a falta de 18 vueltas.
Durante 15 vueltas, Alonso estudió el adelantamiento, lo preparó, y lo intentó una docena de veces. El piloto británico se defendió con uñas y dientes, pero, a falta de tres para el final, el español le superó y llegó a la décima plaza que le daba un merecido punto.
Así es Fernando Alonso: incansable, insaciable, peleón. Estaba enrabietado tras una clasificación en la que no pudo clasificar al nivel del coche que conduce, sufrió en la salida, pero lo remontó en carrera.
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