El GP de Austria de Fórmula 1 se convirtió en una pesadilla para Fernando Alonso. El fin de semana empezó bien, demostrando que su Alpine podía ser competitivo y tratando de prolongar las buenas sensaciones obtenidas en Silverstone, donde finalizó en quinta posición el GP de Gran Bretaña.
Un fallo eléctrico del monoplaza del ovetense cuando estaba la parrilla de salida formada en la tarde del sábado para iniciar la vuelta de formación de cara a la carrera al sprint privó al bicampeón del mundo de competir para obtener una mejor posición en la parrilla del domingo.
La octava posición con la que pretendía iniciar la carrera al sprint el sábado se diluía cuando la cámara enfocaba el Alpine sobre el caballete y con las mantas aún puestas en los neumáticos mientras el resto de monoplazas arrancaban para comenzar la vuelta de formación.
Por todo ello, el piloto asturiano se veía relegado al fondo de la parrilla, y únicamente un cambio en la unidad de potencia del Alfa Romeo de Valtteri Bottas evitó que Fernando Alonso comenzara la prueba en el Red Bull Ring en la última posición.
Evidentemente, la carrera la empezó el ovetense con neumáticos duros y desde la 19ª posición. El neumático medio que montó gran cantidad de pilotos sufrió una degradación mayor de la esperada, y todos comenzaron a desfilar por el pit lane medianamente pronto.
De esta forma el bicampeón del mundo español comenzó a superar a monoplazas y a escalar posiciones en la clasificación. Sin embargo, el propio transcurso de la carrera hundía de nuevo a un Alonso que llegó a situarse en octava posición.
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Alejado de los puntos, y cuando peleaba por la 16ª posición con Yuki Tsunoda, de Alpha Tauri, el experimentado piloto nacido en Oviedo mostró su enfado con el piloto japonés por una actitud inapropiada y peligrosa que pudo acabar con la carrera del español.
Cuando Fernando Alonso trataba de adelantarlo en una recta, Tsunoda buscó estrangularlo y empujarlo hacia el césped. De hecho, los neumáticos derechos del Alpine llegaron a pisarlo y adelantar por fuera al Alpha Tauri. En el momento en el que lo superaba, el español, muy enfadado, le hacía un gesto de negación con la mano dejando claro que esa maniobra no se podía hacer.