La carrera en las calles de Bakú es una de las más esperadas del año por la cantidad de sucesos imprevistos a los que nos ha acostumbrado en su corta historia. La cercanía de sus muros y la combinación de rectas ultrarrápidas con curvas muy estrechas, hacen muy factible la salida del coche de seguridad, algo que nos ha faltado en esta edición a pesar de los cinco abandonos que hemos tenido. Todos ellos por averías, ¿tal vez provocadas por los fuertes rebotes que han sufrido los monoplazas en la recta de Bakú?
Los ingenieros dirán, pero lo que si podemos asegurar es que este Gran Premio de Azerbaiyán ha tenido un impacto mayor que cualquier otro en la lucha por los títulos, tanto en el de pilotos como en el de constructores.
Doble cero en fiabilidad en Ferrari
Ninguno de los dos pilotos de Ferrari llegó a la mitad de la carrera por culpa de dos problemas distintos en el interior de sus F1-75. Carlos Sainz se quedó sin frenos por un fallo hidráulico a las diez vueltas de empezar, una avería que impidió que viésemos el ritmo que el madrileño estaba guardando en el neumático medio que cuidó en los primeros giros de la carrera.
Si ya fue doloroso para el muro de Ferrari perder los puntos y las opciones de podio de Carlos, más atroz fue el abandono de Charles Leclerc.
El monegasco había recuperado el liderato de la carrera (Pérez le adelantó en la salida), gracias a la estrategia empleada en el Virtual Safety Car que provocó el abandono de su compañero Carlos.
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Ferrari fue ágil en la decisión y le metió en el pit lane para poner neumáticos duros y lanzarle el ‘undercut’ a Checo, aprovechando que bajo Virtual Safety Car los pilotos que permanecen en pista tienen que rodar más despacio. El cambio de neumáticos fue lento, pero ya en pista y tras calentar las gomas, Leclerc empezó a volar recortando 8 segundos en 7 vueltas a los Red Bull y cuando estos pasaron por boxes, la cabeza de carrera ya era suya.
Y de nuevo llegó el infortunio, en la vuelta 22, el motor del Ferrari se rompió y Leclerc tuvo que abandonar, siendo esta la tercera ocasión consecutiva que estando Leclerc primero, pierde la carrera por algo ajeno a su control. En Barcelona fue un doble fallo del turbo y del MGU-H, en Mónaco la estrategia de su equipo y en Bakú de nuevo la fiabilidad de la unidad de potencia. Importante mencionar, que los coches de Zhou (Alfa Romeo) y Magnussen (Haas), motorizados por Ferrari, también tuvieron que abandonar por problemas de motor.
En definitiva, un doble cero que sale muy caro para Ferrari ya que Leclerc pierde la segunda plaza del campeonato, le adelanta Pérez y ya son 34 puntos los que le separan del liderato de Max Verstappen. Además, Russell se acerca, el nuevo de Mercedes se encuentra a tan solo 17 puntos del monegasco. Azerbaiyán es la tierra del fuego y Ferrari sale de ahí chamuscado.
La manita de Max Verstappen
El vigente campeón del mundo ha logrado su quinta victoria de la temporada en el Gran Premio de Azerbaiyán, la más importante hasta ahora por el impacto que tiene en la tabla debido al hundimiento de Ferrari.
Nunca sabremos que habría pasado con Leclerc en pista, es verdad que hasta cierto punto Red Bull se inquietó con la parada del 16 en el primer coche de seguridad virtual y su ritmo posterior. Pérez denunció falta de comunicación en el equipo a la hora de parar o no durante ese virtual y además sus neumáticos se venían abajo por momentos sin una causa definida. Iba tan lento que Verstappen le tuvo que adelantar para que no le hiciera tapón, no fue orden de equipo ya que Pérez no tenía opciones de disputar la posición al holandés.
Tras el KO de Leclerc y Pérez tan alejado por ese tiempo perdido antes de la primera parada, el resto de la carrera fue de pura gestión para Verstappen, encarrilar el tercer doblete Red Bull y de paso cimentar firmemente el que puede ser su segundo mundial. ‘Mad Max’ se queda solo.
George Russell, en el podio; Lewis Hamilton, sin espalda
Cuando Ferrari o Red Bull se desmoronan, el que siempre está ahí para pescar su podio y su cuarto puesto es el equipo Mercedes. El cambio de reglamento técnico no le ha sentado bien a un coche acostumbrado a arrasar en la última década, pero aunque no gane carreras, se demuestra un coche fiable que en 8 Grandes Premios ha llegado hasta el final en todos.
La de Azerbaiyán era seguramente su prueba de resistencia más dura porque el famoso ‘porpoising’ se ha cebado especialmente con el monoplaza plateado en la recta de Bakú, la más larga del campeonato con 2,2km.
Russell y Hamilton han padecido fuertes rebotes todo el fin de semana, terminando Hamilton muy dolorido al final de la carrera pero con el trabajo bien ejecutado, un cuarto puesto para Lewis y un podio para su compañero George Russell, la sensación de la temporada que se sube al cajón por tercera vez.
El improbable error de Alonso
Bakú es siempre una carrera de supervivencia y Fernando Alonso obtuvo beneficios aplicando esa máxima: sobrevivir.
El asturiano partía décimo en parrilla y tras una salida en la que no pudo ganar posiciones se mantuvo a la estela de Tsunoda, pero poco a poco fue cediendo terreno con el japonés mientras por los retrovisores se acercaban los McLaren de Norris y Ricciardo.
Fernando paró antes que sus perseguidores y realizó una sólida tanda con el neumático duro que ni Ricciardo ni Norris pudieron superar, los de McLaren se encomendaron a un error de pilotaje de Alonso, algo improbable como señaló él mismo en el micrófono de DAZN.
Exprimiendo la gran velocidad punta del Alpine y mimando los neumáticos traseros, Fernando pudo mantenerse y esto siempre da premio en Azerbaiyán. Los abandonos de Ferrari ya le habían hecho subir dos posiciones y la tercera llegó gracias a otro problema, esta vez en el alerón trasero de Yuki Tsunoda, cuyo DRS solo se abría por la mitad y que sus mecánicos apañaron con cinta americana. De esta forma Fernando Alonso quedó séptimo sin tener que ganar ninguna posición en pista ni en estrategia, solo por pura supervivencia, algo que en Bakú no todos consiguen.