René Higuita se atrevió a hacer el escorpión en La Catedral, Gascoigne simuló que se emborrachaba en pleno césped o miles de escoceses invadieron el campo tras una histórica victoria de la ‘tartan army’ en un lugar sagrado, incluso rompiendo porterías. En 2024 Real Madrid y Borussia Dortmund tienen su cita para escribir con letras de oro su nombre en Wembley, la meca del fútbol europeo, donde se jugará la final de la Champions League.
El viejo Wembley, que empezó a ser demolido en 2002, también tuvo un último partido con mensaje: Inglaterra seguirá sufriendo ante los alemanes. O seguirá sufriendo, a secas.
El último encuentro que se disputó en el viejo Wembley fue un Inglaterra-Alemania de clasificación para el Mundial de 2002 con victoria germana por 0-1. Curioso destino final cuando el gran momento del fútbol inglés de selecciones se vivió en el mismo escenario ante la República Federal Alemana (RFA) en 1966.
Fue ese año cuando Inglaterra ganó el que es hasta hoy su único Mundial con el ‘no gol’ más controvertido de la historia (el VAR hoy lo hubiese anulado). Los ingleses reinaron en el mundo por primera y última vez en el césped y de aquello sólo queda Isabel II y poco más. Nunca fue muy dada la monarca a ir eventos futboleros en la cuna del deporte rey.
Un caballo blanco empezó alimentando la leyenda
Dentro de ese lugar tan vivo en historia, el siglo XX fue testigo de multitud de eventos, partidos, grandes conciertos e incluso una visita del Papa en 1982. Dentro del folklore de Wembley encontramos un caballo blanco y no nos referimos a ninguna fantasía ni un juego de palabras.
En la final de la FA Cup de 1923, tal fue la expectación del Bolton-West Ham que, de las previstas 125.000 personas que iban a acudir al campo, al final fueron 250.000. El descontrol del momento llevó a la policía a dispersar a la gente sobre sus caballos.
No se podían sacar los saques de esquina, no se sabía qué era eso de la distancia social, y para la posteridad quedó una imagen de un caballo blanco entre la multitud que invadía el estadio. En realidad era gris pero estamos hablando de la época de las instantáneas en blanco y negro y así se quedó para las leyendas.
Desde aquel entonces, el estadio permaneció como sede oficial de las finales de FA Cup y fue tal el tributo al caballo que hoy día la pasarela que conecta al estadio con el exterior se conoce como 'White Horse Bridge' (El puente del caballo blanco).
El recinto, originalmente, se llamaba Estadio Imperial, y se había construido para la Exhibición Imperial Británica de 1924. 300 días, 750.000 libras -de aquellos años-, 25.000 toneladas de cemento y 1.500 de acero después, el estadio era una apuesta, y nunca mejor dicho en las islas, de gran envergadura.
Las finales de FA Cup, siempre como referencia
(Getty Images)
Desde los años 50 empezaron a suceder todo tipo de partidos para el recuerdo. En la final de FA Cup de 1956, el portero del Manchester City Bert Trautmann jugó 70 minutos con el cuello roto y no por caerse de un caballo blanco, sino por un choque con un contrario. Y encima su equipo ganó.
En 1966, al margen de la mítica victoria mundialista inglesa, la expulsión del argentino Rattín dio mucho que hablar.
"Tras la expulsión, Antonio Rattín se sentó en la alfombra de la reina, luego estrujó la bandera que estaba en el córner y cuando se retiraba le tiraban latas de cerveza", dijeron muchas crónicas tras la polémica eliminación argentina ante los ingleses.
De aquello no hay imágenes, pero sí de Rattín siendo expulsado en uno de los innumerables partidos calientes del viejo Wembley.
La crisis económica que también tuvo su reflejo en el fútbol
Los 70 llegan al mismo tiempo que Inglaterra vive una durísima crisis económica. Con unos precios de la electricidad y de gas natural en máximos históricos, algunos británicos no olvidarán lo sucedido entre 1973 y 1974, cuando los problemas en torno al sector del carbón hicieron al Gobierno instaurar la 'semana de tres días' para racionar el consumo eléctrico.
En Wembley, la casa de la selección inglesa, la crisis deportiva también era un hecho. No se clasificaron para los Mundiales de 1974 y 1978 ni para las Eurocopas de 1972 y 1976.
La Catedral del fútbol asistió atónita a cómo un portero polaco con guantes de payaso (literalmente) les privó de ir al Mundial de 1974 en un decisivo choque en 1973.
Tomaszewski se había vestido de juez para condenar a una Inglaterra herida en su orgullo que había cometido el error de subestimar al rival, un rival que después ocuparía el lugar, predestinado a los ingleses, como una de las mejores selecciones del Mundial de 1974 en Alemania (acabó tercera).
Las paradas del guardameta polaco quedaron para siempre como una de las actuaciones más destacadas de siempre en el viejo Wembley.
Cuando Escocia se proclamó campeona del mundo en 1967
La relación de Escocia e Inglaterra no podía esquivar un relato de la casa de los ingleses. Fue en 1967 cuando los escoceses se autoproclamaron campeones del mundo al vencer a su archienemigo, que un año antes había sido campeón del mundo. De ahí el sarcasmo escocés.
Diez años más tarde, una invasión de aficionados escoceses llenó el césped del campo en otra victoria icónica en Londres. Numerosas faldas escocesas se veían por la televisión e incluso las porterías sufrieron la rotura del travesaño.
De Wembley tampoco pudo escapar el mito de Maradona. Allí, en 1980, falló una ocasión ante Inglaterra en una jugada muy similar a la que luego si ejecutó en 1986. Años después confesó que ese ensayo en La Catedral le sirvió de inspiración para el regate final a Shilton en México en su famoso gol del Mundial.
Lo más cercano, y la última década, fueron los 90. Los años del ‘Football’s Coming Home’, el fútbol volvía a casa con la Eurocopa de 1996 pero Inglaterra falló de gris ante Alemania. El hoy seleccionador Gareth Southgate erró el penalti decisivo en semifinales con un color que jamás, por superstición, volvieron a vestir los ingleses.
De Gascoigne a Koeman, pasando por el Barça de Cruyff
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Antes, Gascoigne dejó para el recuerdo su simulación de la ‘silla del dentista’, en alusión a un juego para beber alcohol. Los tabloides acusaron a los jugadores ingleses de beber demasiado en las concentraciones y Gazza contestó siendo Gazza en el césped de Wembley.
Mil y una anécdotas de un campo sagrado, con muchas finales europeas épicas como el gol de Koeman y la primera Copa de Europa del Barcelona, la Copa de Europa del United de Busby, Charlton o Best, el Benfica de Eusebio, el gran Liverpool y, por supuesto, los 39 escalones.
Porque para subir al palco a levantar un trofeo había que subir casi 40 peldaños. Las escaleras hacia la gloria, y ojalá alguien lo hubiese hecho en un caballo blanco.
La generación dorada del FC Barcelona cede el trono al Real Madrid de Ancelotti
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En 2011, el mejor Barça de la historia, liderado por un Leo Messi que rompía todos los récords imaginables, se plantó en Wembley para enfrentarse al todopoderoso Manchester United de Cristiano Ronaldo y Sir Alex Ferguson. Los chicos de Guardiola, que venían de conquistar la Liga, elevaron al cielo de Londres su cuarta orejona, dejando una estela de magia y gloria en la meca del fútbol.
Aquel equipo quedó grabado en los anales de la historia como el último conjunto español en alzar la Champions League, hasta este año. El Real Madrid de Carlo Ancelotti se prepara para un encuentro con la épica, enfrentándose al Borussia Dortmund en la final de la Champions League 2023/24, con el objetivo de elevar su 15º trofeo de la máxima competición europea.