La Premier League es una de las competiciones más espectaculares del mundo del fútbol. En cada partido de la máxima categoría inglesa hay competitividad, un ritmo alto y pasión en las gradas. Un cóctel perfecto para servir encuentros emocionantes que son seguidos por aficionados de todo el planeta.
West Ham y Burnley estaban citados en el London Stadium para disputar la 33ª jornada de la Premier League. El encuentro comenzó con un dominio repartido y ambos equipos, conscientes de la altura de competición en la que se encuentra la liga, dejaban todo en cada jugada para tratar de conseguir la ventaja cuanto antes.
Fruto de la tensión competitiva que ambos conjuntos estaban mostrando sobre el terreno de juego llegó una acción desafortunada para Ashley Westwood. El veterano futbolista de 32 años fue objeto de una entrada a destiempo que le dejó lastrado sobre el césped.
De hecho, reclamó insistentemente la entrada de las asistencias médicas para tratarle la lesión en la pierna. Nikola Vlasic, futbolista del West Ham que realizó la acción sobre el mediocentro visitante, se quedó pasmado sobre el terreno de juego.
De inmediato, al volver la mirada y comprobar las consecuencias que había tenido la entrada, se echó las manos a la cabeza antes de hinchar las dos rodillas sobre el tapete del feudo londinense. Fue la reacción lógica de un jugador asustado por lo que podía haber provocado.
Rápidamente sus compañeros fueron a consolarle, pero el centrocampista croata no encontraba consuelo, y comenzó a llorar de manera desconsolada. Se tapaba el rostro con la camiseta en un claro gesto de lamento por lo que había provocado.
La noble reacción de un jugador que realizó una entrada a destiempo llamó la atención, también, de los futbolistas del Burnley, que estaban alejados de Westwood para dejar trabajar a los médicos de ambos clubes y trataban, al igual que los del West Ham, de consolar a Vlasic.
El encuentro estuvo detenido durante varios minutos. Tiempo suficiente para que Westwood fuera tratado y, posteriormente, trasladado a los vestuarios con oxígeno. La buena noticia, no obstante, es que se marchó sonriendo del terreno de juego.
Con el transcurrir de los minutos, además, Vlasic se fue calmando. Entre una atronadora ovación para el futbolista rival, el jugador del Burnley se marchó en camilla. Su rostro calmado, e incluso sonriente, ayudó al jugador local a recomponerse de una situación desagradable para todos.
Emergencia médica en la grada
A los pocos minutos de la reanudación del partido, que estuvo detenido durante más de siete minutos para atender a Ashley Westwood tras la dura entrada de Nikola Vlasic, se tuvo que volver a detener por una nueva emergencia sanitaria, esta vez en la grada.
Se jugaba en el London Stadium justo después de que se marchara Westwood y algunos silbidos, provenientes de la grada, comenzaron a llamar la atención de los protagonistas en el terreno de juego. Una falta favorable al Burnley sirvió para detener el partido y comprobar qué ocurría.
Un aficionado precisaba asistencia médica en la grada tras la portería defendida por el West Ham. En este caso, la atención fue mucho más rápida y el choque apenas estuvo unos instantes detenido, los suficientes para que los médicos llegaran a la zona donde se encontraba el hincha.
Un gol dedicado a Westwood
La primera parte del choque entre West Ham y Burnley estaba siendo tremendamente accidentada. La emergencia para atender a Ashley Westwood, primero, y la asistencia reclamada desde la grada para atender a un aficionado, después, rompió de raíz el ritmo del partido.
Sin embargo, el Burnley no se desenchufó. El equipo dirigido por Mike Jackson, técnico de la cantera y que sustituye en el cargo a Sean Dyche tras la destitución y mientras el club contrata un nuevo entrenador, trató de apretar buscando la ventaja en el marcador en su pelea por evitar el descenso.
Un córner botado pasada la media hora de partido, cuando apenas se había jugado desde la entrada de Nikola Vlasic, lo remató en el primer palo Jay Rodríguez, pero el esférico se estrelló en el larguero. El rebote, sin embargo, lo aprovechó Wout Weghorst para, de cabeza, hacer el primer gol del equipo visitante y reengancharse a la pugna por la permanencia.
En el mismo instante en el que el balón atravesó la línea y comenzó a ser rodeado por sus compañeros, el ariete neerlandés pidió calma para, con un simple gesto, dedicar el gol a su compañero recién lesionado y que había tenido que abandonar en camilla el terreno de juego.
El Burnley, además, se pudo marchar al descanso con una ventaja de dos goles en el marcador si Maxwel Cornet hubiera aprovechado un penalti provocado por él mismo en un mano a mano en el que fue derribado por el portero local, Fabianski.