"Los visitantes del vestuario del Tottenham siempre me preguntan por los agujeros de bala en las paredes". No es una frase de un hombre que viviese una guerra ni tampoco de alguien que sufriese un atentado, no. Esta frase es de Roy Reyland, el utillero más famoso del fútbol inglés desde 1978 hasta 2004. El utillero que vivió una de las mejores épocas del Tottenham y que cuenta en un libro en primera persona lo que experimentó en uno de los clubes más ilustres del fútbol inglés. 'Shirts, shorts and spurs' (Camisetas, pantalones y espuelas) es un relato de un protagonista que no suele serlo en un equipo de fútbol.
Explicar la historia del Tottenham no es fácil. Uno de los clubes con más nombre del país pero lejos del palmarés de entidades como el Manchester United, Liverpool, Arsenal o ahora Manchester City. Los Spurs tienen sólo dos ligas, aunque uno pueda imaginarse más, pero un recorrido lleno de anécdotas en un vestuario que ya no existe, el del viejo White Hart Lane.
Roy Reyland pensaba que su trabajo iba a ser fácil allí. "Cuando llegué pensaba que iba a ser un caramelito. Doce camisetas, doce pantalones, algunas toallas e irse a casa. Cómo de equivocado estaba ya que estando Paul Gascoigne cerca todo podía pasar", sentencia.
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Es imposible hablar del Tottenham sin irnos a 1978, cuando empieza él como utillero, es en esa etapa en medio del conflicto de las Malvinas cuando este club del norte de Londres incorpora a dos argentinos; Osvaldo Ardiles y Ricky Villa o lo que se define como el comienzo de la era moderna de la entidad. Era toda una osadía en aquel fútbol inglés tan inglés pero el Tottenham es otra cosa, una entidad diferente.
En 1988 llega una de las estrellas que cambiaría para siempre a Reyland y al Tottenham. Gascoigne es la joya del fútbol inglés de finales de los 80, con aspecto más de hooligan que de futbolista pero con un talento a la altura de un club que siempre ha gozado de jugadores de gran calidad. Llega del Newcastle y marca una época dentro y fuera del campo. Y nunca mejor dicho.
"Recuerdo cuando le vi entrar en el vestuario llevando sólo un par de pantalones. 'Te quedan 10 minutos antes de que comience el partido', le dije", Gascoigne reacciona con la siguiente frase: "Le he dado mi equipación a una persona discapacitada durante el calentamiento". Así era Gazza, espontáneo, cercano, amable e irresponsable, fiel reflejo de su juego basado en la diversión.
El problema eran las botas. "Sólo tengo ese par de botas", dijo Gascoigne. Esas botas las tenía una persona en silla de ruedas a apenas unos minutos de comenzar el partido. Y Reyland tuvo que ir a por ellas con lo que todo eso suponía. Lo consiguió, pero imagínense el mal trago. No había más botas, aún quedaba mucho para la modernización del fútbol inglés.
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Reyland confiesa que esa anécdota es una de las muchas que ha vivido en este vestuario tan importante. Convivió con 17 entrenadores en 29 temporadas y fue psicólogo antes de que hubiese psicólogos en el fútbol. "He conseguido reparar los egos de muchos de los jugadores que han pasado por este club, he reparado ventanas y he convivido con la tragedia", confiesa Reyland.
28 años de relato en el libro de un utillero que definen la historia de un club que parece nunca terminar de entrar en la elite del fútbol inglés. Fueron unos años, los de Reyland, donde el Tottenham ganó 3 FA Cups, 1 Copa de la Liga, 2 Community Shield y, sobre todo, la Copa de la UEFA de 1984. Para poner en contexto, ahora mismo el último título del Tottenham es la Copa de la Liga de 2008, aunque bien es cierto que ser subcampeones de Europa en 2019 se puede considerar como casi un título.
Reyland es ahora utillero en el Saracens, un equipo londinense de rugby y ha dejado atrás la presión de un Tottenham que ya no juega en su viejo White Hart Lane.
Su etapa coincide con la etapa de las camisetas más famosas del Tottenham, pudo disfrutar de una de las más icónicas, 'la camiseta del engaño' que lució Klinsmann en su primera temporada como jugador de los Spurs. Klinsmann llega al Tottenham después del Mundial de 1994 en el que es acusado de tirarse en muchas acciones dentro del área. Un periodista de The Guardian escribió un artículo que decía: "¿Por qué odio a Jurgen Klinsmann?", argumentando que su carácter de 'mentiroso' perjudicaba mucho al fútbol inglés. No debería ser aceptado, eso pensaba.
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Sin embargo, Klinsmann tuvo tal impacto en el Tottenham que pronto se ganó a los suyos y a media liga. Celebra un gol tirándose en plancha y riéndose de aquellos que le acusaban de engañar. Dos semanas después, el periodista escribió otro artículo: "¿Por qué amo a Jurgen Klinsmann?", y desde entonces esa camiseta se convirtió en un icono de los 90 no sólo de los Spurs sino también del fútbol inglés. Tal fue la veneración que la camiseta original se exhibe en el Museo National de Fútbol de Manchester bajo el nombre: 'la camiseta del engaño', poca broma.
A chiste nunca suena que luzca algo rojo en el Tottenham, color del eterno rival. Reyland se fue en 2004, no sin antes tener en sus manos la camiseta de la polémica. El Tottenham cerró un contrato con Thomson sin saber que el rojo de sus letras va a lucir en las camisetas de la primera equipación. Algo que los aficionados más radicales del club vieron como una ofensa que algo rojo, como el Arsenal, estuviese presente en las elásticas del club. Quizá Reyland pensó que ya era demasiado, que tanto ruido no merecía la pena y se pasó al rugby pero dejó un sinfín de relatos que explican un tiempo convulso del fútbol inglés.
Pero Roy Reland todavía no se explica que, al margen de tener en sus manos las camisetas más famosas del club, cómo fue posible que aquellos agujeros en las paredes del vestuario del Tottenham acabasen siendo tan icónicos.
Las balas salieron de un rifle de aire comprimido que llevó Gascoigne al estadio, tal cual. Pero hay más, esas balas también llegaron a la escultura del gallo dorado (escudo del Tottenham) que lucía en el techo del viejo campo de los Spurs.
Lo mejor de todo es que, en homenaje a esas abolladuras, la réplica del gallo dorado del nuevo White Hart Lane mantiene esos daños, a modo tributo. La historia más underground del Tottenham no se explica, pues, sin la locura de Gazza y sin su utillero más conocido. Abran fuego.