Las islas británicas cuentan con la paradoja de ser el lugar donde se practica el juego más noble y, a la vez, haber contado con algunos de los futbolistas más violentos del viejo continente.
Vinnie Jones, nacido en Watford en 1965, escenificó como pocos el lado más rudo y los recursos menos elegantes que se pueden esgrimir para frenar al rival. Todo ello le convirtió en uno de los jugadores más odiados, en un villano despiadado y violento. Un perfil que trasladaría Jones en su salto al cine, donde mantuvo el papel que interpretó tantas temporadas en el campo de juego.
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La carrera Vinnie Jones
El origen humilde de Vinnie Jones ha forjado el carácter que ha exhibido en su carrera profesional. Empezando por su breve paso por el fútbol sueco más modesto y continuando con su gran flechazo deportivo: el actualmente desaparecido Wimbledon FC, rebautizado en 2004 como Milton Keynes Dons.
Las dos etapas de Jones en el Wimbledon, desde 1986 a 1989 y más tarde de 1992 a 1998, dejaron una profunda huella en el seno de la institución londinense. La coincidencia de varios futbolistas criados en la periferia de las ciudades, entre ellos el propio Jones, transmitieron al plantel esa arrogancia y desparpajo que habían mamado en las calles.
Los conocidos como 'Crazy Gang', algo así como la 'pandilla alocada', actuaban por igual lejos de los terrenos de juego como en el estadio, donde cada partido se afrontaba como una nueva batalla campal. El fútbol que desplegaba el equipo iba en consonancia con su modo de vida plagado de excesos. Era un juego rudo, sin concesiones ni miramientos, alejado de excentricidades y buscando la confrontación.
Jones utilizaba cualquier recurso para intimidar al rival, verbal o físico, o ambos, como cuando retorció el testículo a Paul Gascoigne en un Newcastle - Wimbledon de Copa de 1988, quinta ronda, mientras susurraba a 'Gazza', la gran promesa del fútbol inglés: "Me llamo Vinnie Jones, soy gitano, gano mucho dinero. Te voy a arrancar la oreja con los dientes y luego la voy a escupir en la hierba. ¡Estás solo, gordo, solo conmigo!".
Esta frase, publicada años más tarde tras unas declaraciones de Gascoigne, han quedado en el almanaque del fútbol inglés junto a la fotografía que se captó del momento, la cual no ofrece dudas sobre la escena vivida.
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Aquella generación del Wimbledon se hizo definitivamente su hueco en la historia cuando alcanzaron precisamente la final de la FA Cup de aquella edición de 1988, tras eliminar, además del Newcastle de Cascoigne, al Watford en semifinales, localidad natal de Vinnie Jones, para encontrarse en el último escalón ante el todopoderoso Liverpool dirigido por Kenny Dalgish, con Grobbelar, Gillespie, Hansen, Houghton, John Barnes, Beardsley, Molby y Aldridge como estrellas.
La final de la Copa, celebrada en el majestuoso Wembley, coronó a la 'Crazy Gang' con el título en una cita recordada tanto por la sorpresa de la victoria de los de azul y amarillo, por 1-0, como por el penalti despejado por Beasant al irlandés John Aldridge, siendo el primer lanzamiento desde los once metros que se paraba en una final de FA Cup.
Una llamada telefónica con una interesante oferta motivó que Vinnie Jones disputara la Second Division con el Leeds United en el curso 1989-90. El anti-héroe del fútbol inglés aterrizaba en uno de los equipos más odiados de las islas, especialmente desde que se apodara en la década de los 70 al equipo como el 'dirty Leeds', el sucio Leeds, una mala reputación que despertaba con Jones en sus filas.
Jones, que pasó enseguida a convertirse en uno de los niños mimados de la hinchada y de la institución, y que fue elegido como una de las imágenes comerciales del club, desplegó un juego más moderado, menos violento, siendo uno de los pilares fundamentales junto a Gordon Strachan y Gary McAllister en la consecución de la liga de Segunda y el consiguiente ascenso para el Leeds United.
La aventura en el Leeds solo duró un año, fichando posteriormente por el Sheffield United y acto seguido con el Chelsea, permaneciendo apenas una campaña en cada club para regresar de nuevo al Wimbledon en 1992, donde su fama de 'hombre duro' era explotado hasta por el propio jugador, apareciendo en la portada y como protagonista de un documental sobre los futbolistas más violentos: 'Soccer's Hard Men'.
Aquello irritó a la federación inglesa, castigando al jugador, que ofrecía sus primeros coqueteos ante la cámara fuera del rectángulo de juego.
Durante esta segunda etapa en el Wimbledon, de 1992 a 1998, fue cuando Jones se hizo internacional. Ante la imposibilidad de acudir con Inglaterra por haber mayor competencia por el puesto, optó por presentarse con País de Gales gracias a la nacionalidad de su abuela -un recurso muy habitual en deportistas ingleses-.
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Su candidatura recibió el visto bueno de dos de los seleccionadores, Mike Smith y Bobby Gould, ante la sorpresa de muchos por su llamada al equipo nacional.
Jones defendió la camiseta de los dragones galeses en nueve encuentros: dos amistosos y siete compromisos oficiales pertenecientes a las eliminatorias de la Eurocopa 1996 y después a la del Mundial 1998. No marcó en ninguno de los partidos, aunque tuvo el privilegio de ser el capitán del combinado galés, un hito que pocos hubieran imaginado.
El traspaso del Wimbledon al QPR en 1998 coincidió con su declive como deportista y su paso al cine de acción. Tras de sí dejaba un rosario de cadáveres deportivos y un estigma en el fútbol inglés que todavía persiste.
La etiqueta de violento siempre acompañará al fornido dorsal número '4'. Una mancha alimentada por su estilo de juego y también por las 12 expulsiones repartidas en 6 tarjetas rojas en Premier League, nombre con el que se conoce al campeonato inglés desde 1992, y otra media docena en la etapa anterior.
Esto hace que su nombre no suela aparecer entre los más tarjeteados de la historia de la Premier, donde es superado por otros jugadores como Patrick Vieira, Roy Keane o Steven Gerrard.
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En el apartado donde sí ha dejado un registro difícil de igualar, y de dudoso honor, es en la de recibir la cartulina amarilla más rápida de la historia, ¡por debajo de los cinco segundos de juego! Fue durante un duelo del Sheffield United, su club por aquel entonces, ante el Manchester City, en 1990.
La trayectoria cinematográfica de Vinnie Jones
La popularidad del fútbol y la transformación de muchos de ellos en estrellas mediáticas les ha convertido en un reclamo publicitario que ha sido aprovechado para el cine en forma de cameos, como Zinedine Zidane, Cristiano Ronaldo, Guti, Cesc Fàbregas, Álvaro Arbeloa, Leo Messi, Gonzalo Higuaín, Sergio Agüero, David Beckham o Sergio Ramos.
También haciendo de sí mismos en un papel más relevante, como Alfredo Di Stéfano o los integrantes del equipo de 'Evasión o Victoria': Pelé, Bobby Moore, Osvaldo Ardiles, Kazimierz Deyna, Paul van Himst, Mike Summerbee, Co Prins, Werner Roth y Hallvar Thoresen.
O, incluso, adquiriendo un relevante protagonismo en las películas, como al que apunta el exvalencianista John Carew en su Noruega natal y el demostrado tanto por Eric Cantona, otro enfant terrible del fútbol, o Vinnie Jones.
El prometedor debut del director británico Guy Ritchie con 'Lock, Stock and Two Smoking Barrels' (1998) supuso un soplo de aire fresco en el panorama europeo con una cinta coral de personajes urbanos procedentes de los suburbios, donde la violencia y el humor iban de la mano en una trama alocada marcada por una suerte que siempre da la espalda.
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Todo lo contrario que a Jason Statham y Vinnie Jones, cuyos estrenos en el séptimo arte trazaban un destino ilusionante para ambos.
Justo el año en el que el cineasta daba el sí a la cantante Madonna, en Escocia, Ritchie continuaba con su estilo gamberro en 'Snatch; cerdos y diamantes' (2000), con Vinnie Jones codeándose con una pléyade formada por Brad Pitt, Benicio del Toro y un cada vez más asentado Jason Stantham. Un film que abría las puertas de Hollywood al realizador inglés y a todo su elenco más desconocido del reparto, entre ellos Vinnie Jones.
Los títulos de películas se fueron agolpando con la misma facilidad con la que había recibido amonestaciones sobre el tapete verde, alternando proyectos de menor presupuesto, como 'El vagón de la muerte' (2008) -basado en un relato corto de Clive Barker-, con grandes superproducciones, como '60 Segundos' (2000), 'Operación Swordfish' (2001), 'X-Men' (2006), o series como 'Arrow' (2015), confirmando que el indomable chico malo del fútbol inglés ha madurado en el cine, donde ya no recibe expulsiones, pero sigue intimidando ante un sorprendido público que ahora aplaude de forma generalizada por su gran trabajo.