La vida de Pablo Torre siempre ha estado ligada al fútbol porque su padre, Esteban Torre, fue jugador de Primera en la década de los noventa. Quizá esa sea la causa por la que el de Soto de la Marina nunca se despegó de un balón al que golpeaba con mimo desde sus primeros años.
Después de despuntar en el Marina Sport junto a sus amigos, aterrizó en el Real Racing Club, el combinado en el que triunfó su predecesor y al que él ha dejado en LaLiga Smartbank tras un curso de ensueño. Tal y como reconoce el joven Pablo Torre, el conjunto santanderino es parte de su vida.
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Pablo Torre, pasión por el Racing
Racing
Pablo Torre llegó a Los Campos de Sport siendo un niño que actuaba como recogepelotas, y se marchó siendo el ídolo de la afición y de toda una generación que ha recuperado la ilusión, pero lo cierto es que el camino que recorrió no fue sencillo. Pese a que los grandes de España lo tenían en sus agendas, él siguió a su corazón verdiblanco para llevar al Racing a lo más alto, y eso es lo que terminó realizando.
Su manera de entender el juego y su calidad en el último tercio del campo no pasaron desapercibidas para un gran número de ojeadores que presentaban, temporada tras temporada, informes en los que destacaban el talento futbolístico sobrenatural que había en el Cantábrico. Sin embargo, él y su entorno nunca tuvieron prisa, querían ir superando etapas sin precipitarse. Su fidelidad y su lealtad a unos colores hicieron que no abandonase a los montañeses en uno de los momentos más delicados de su centenaria vida.
Después de brillar con el juvenil racinguista, dio el salto al primer equipo cuando los fundadores de LaLiga habían descendido de nuevo a la ya extinta Segunda División B tras una pobre campaña en la categoría de plata. Sin embargo, antes de empezar la pretemporada disputó su único envite con el dependiente santanderino en una fase de ascenso ante la Gimnástica de Torrelavega.
Los que estuvieron aquel día allí dicen que generaba mucho con poco, que tenía un aura diferente al resto y que le aplicaba una especie de truco de magia a cada uno de los esféricos que salían de sus botas. Era un niño que estaba compitiendo contra hombres.
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Pablo Torre, el héroe del ascenso del Racing a Segunda División
Racing
Tras encandilar al cuerpo técnico, a los directores deportivos y a sus compañeros, sus toques y sus pases empezaron a enamorar a la grada de El Sardinero. Pese a que esa temporada, la 2020-21, está considerada como una de las peores de la historia del Racing, él puso algo de luz y de esperanza en la escuadra cántabra junto a otros canteranos.
De esta manera, Pablo Torre afrontó el curso 2021-22 como el gran referente del equipo de sus amores. Y lo hizo sin ningún tipo de miedo, sabiendo que era el líder de un elenco que haría historia. En menos de un año, pasó de dejar detalles sueltos a resolver partidos jornada tras jornada.
El mediocampista de Soto de la Marina formó una estupenda sociedad con Cedric Omoigui, el máximo anotador del cuadro verdiblanco en la Primera RFEF. Además, a ese binomio había que añadirle a un Patrick Soko que siempre llegaba a los envíos al espacio del joven marinense que portaba el número diez.
Las mejores actuaciones de Pablo Torre con el Real Racing Club fueron ante el Rayo Majadahonda y frente al Real Unión de Irún. A los madrileños les endosó cinco goles en dos enfrentamientos, dos en los Campos de Sport y tres en el Cerro del Espino. Siempre estarán en la retina de los racinguistas ese lanzamiento de falta en febrero contra los vascos (días antes de que firmara por el Barça), el penalti a lo panenka y la vaselina con la que emuló a Sergio Canales, su ídolo, en tierras majariegas en el mes de abril.
Por aquel entonces, el Racing ya había ascendido virtualmente gracias a su sobresaliente campaña, la cual finalizó con diez tantos y con más de una decena de asistencias.
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Pablo Torre: de recogepelotas del Racing a debutar en LaLiga con el FC Barcelona
FC Barcelona
Tras devolver al Racing al fútbol profesional y después de levantar el único trofeo oficial de su historia, el de campeón de la Primera RFEF, a Pablo Torre le tocó hacer las maletas para cumplir un sueño que llevaba persiguiendo mucho tiempo, el de llegar a la élite.
De esta forma, se presentó con el FC Barcelona frente al Olot a mediados de julio en el inicio de la pretemporada. Tres acciones notables le sirvieron a la parroquia barcelonista para conocerlo, para confiar en él y para considerarlo el complemento perfecto a las herramientas que ya había en la sala de máquinas del plantel catalán.
Sin embargo, las oportunidades en los compromisos oficiales con el Barça han tardado en producirse. Tan solo tuvo unos minutos en el primer encuentro de la Champions ante el Viktoria Plzeň hasta que Xavi le hizo debutar en LaLiga Santander ante el Athletic.
El premio gordo llegó en la vuelta ante el conjunto checo, con el conjunto azulgrana ya eliminado. Torre firmó su primera titularidad en la máxima competición europea y marcó su primer gol como jugador del Barça.
Además, el talentoso cántabro ha jugado con el dependiente culé de Márquez frente al Real Murcia, donde demostró sus habilidades sin complejos. Su influencia fue la esperada, ya que participó de forma extraordinaria en el gol inicial de la escuadra que dirige el mexicano a los pocos segundos de arrancar el duelo.
Desde que llegó a la ciudad condal, sabía que ésta iba a ser una aventura compleja. Lo más importante es que no se ha rendido y ha continuado trabajando como el primer día. Por eso se prepara al máximo en cada sesión, porque su idea es la de aprovechar las ocasiones que le dé el míster de la mejor manera posible.
Al igual que su golpeo y su fútbol asociativo, su evolución está siguiendo los pasos correctos porque su visión de juego está prosperando. Sus rápidos movimientos y sus transiciones vertiginosas le harán entrar pronto en los esquemas de Xavi porque cada vez tiene más asimilados los mecanismos y los conceptos que le piden. Anoten su nombre si no lo conocen. Si lo conocen, disfruten de su fútbol. Ha nacido una perla en el Cantábrico.