El Rayo Vallecano es una familia. En el mítico barrio del sur de Madrid se respira fútbol, rebeldía y unidad. El ambiente en Vallecas siempre es diferente, es un equipo especial.
Su espíritu obrero se mantiene fiel en sus ideales, nada de excentricismos, no quieren parecerse a los grandes, es un club de barrio que conserva su encanto en la pureza de sus valores y en su espíritu humilde.
Uno de los últimos héroes que porta la elástica franjirroja es Sergio Camello. El delantero madrileño contó en Dorsal Doce cómo fue su historia de amor con el Rayo Vallecano.
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Sergio Camello y su flechazo con Vallecas y el Rayo Vallecano: "Es puro barrio, se respira magia aquí"
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Sergio Camello siempre fue un chico de barrio. No de Vallecas, pero sí de San Blas, también ubicado al sur de Madrid.
En su sangre lleva ese espíritu obrero que caracteriza al Rayo Vallecano y que le hizo sentirse en casa desde el primer día que pisó el Estadio de Vallecas.
"Vallecas no es muy diferente a San Blas y creo que eso se ha notado también en mi adaptación. Me recuerda al barrio y se encuentra como casa", confiesa Camello a Rafa Escrig en una nueva entrega de Dorsal Doce.
El delantero, que lleva dos temporadas en el club, reconoce que descubrió los lugares más icónicos del barrio gracias a un tour que organizaron los aficionados con motivo de su incorporación a la entidad franjirroja.
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Camello contó a Escrig que el barrio le trae felices recuerdos a su infancia. "Al final es un poco volver a ese niño de antes, de cuando estaba en el barrio con sus colegas. La gente de aquí es sana, siempre tienen palabras de cariño, de ilusión por todo lo que estamos viviendo aquí en Vallecas estos últimos años".
"Y es lo que mola aquí del barrio, es el ambiente que se asocia con el fútbol. Cada fin de aquí, todos los bares llenos de escudos, de camisetas, de rayos. Vivir todo eso siempre es agradable. Es una gozada darse una vuelta por aquí, por Vallecas", indica.
"En general se está perdiendo toda esa sensación de vivir todo con la familia, con los amigos, que al final, aunque aquí se vive mucho y todos los que son aficionados nos lo comunican. Nos dicen: 'joder, he tenido una semana un poco jodida, en el curro, tal y es llegar el finde y mi ilusión es ir a ver al Rayo".
El joven atacante, confeso aficionado de la música y del cine, reconoce que en Vallecas encontró la horma de su zapato. Fue un flechazo, una relación idílica que llevará siempre consigo.
"Es puro Rayo, es puro barrio, es lo que mola, tío. Me mola llegar aquí andando, escuchando a la gente por detrás, animarte, meterte caña. Y, bueno, cuando se abren estas puertas, pues se viene lo especial", expresa.
"Aun habiendo curro al día siguiente, la gente se viene aquí y no se van hasta que acabe, quede como quede el partido. Y esta magia que se respira, tío, pues luego se plasma en el campo”, explica.
"Al final es que sentirte representado con un escudo, con unos valores, con un barrio, con una afición y obviamente el Rayo va a estar siempre presente en mi vida y a partir de ahora en mi alma”, dice con una visible sonrisa en su rostro.
Una historia de amor de barrio. Camello y Vallecas, como el pirata y su ron.