Llevaba cuatro años sin subirse a un Fórmula 2, pero volvió y confirmó aquello que ya muchos sabían el día que se despidió de la categoría antesala a la Fórmula 1. Que el talento de Roberto Merhi está fuera de toda duda y que solo el destino -y tal vez la mala suerte- eligieron que su nombre no figurara con más asidiudad en el gran circo.
Y es que en 2018 dijo adiós a la F2 con un podio y a punto estuvo, en 2022, de volver a ella con otro. A punto porque solo una polémica decisión de la FIA evitó el broche perfecto a una exhibición descomunal del piloto español de Campos Racing en su retorno como sustituto de Ralph Boschung.
Salió 21º y en solo siete vueltas, ya iba tercero. Gracias a las dudas de muchos ante el imprevisible estado de la pista, mojada y a caballo entre condiciones de lluvia y de seco, y gracias a un doble adelantamiento espectacular que le colocó en el último cajón del podio.
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Se abrió entonces el cielo, nunca mejor dicho porque la pista mojada dejó paso a un claro carril seco, y la redención de Merhi se tornó en una posibilidad más que real. Porque si en la cita al sprint el español abandonó en la última vuelta, bien distinto fue el guion de la carrera larga.
Roberto logró colarse en la pelea por estar delante y, puestos a elegir, eligió salir por la puerta grande en el gran premio de su vuelta al Mundial de F2.
Siendo tercero, puso su mira en Daruvala. Tras un primer intento fallido que volvió a estirar la diferencia con el indio, traccionó mejor que Daruvala a la salida de una de las curvas levantas del Red Bull Ring y, aun sin un DRS a favor de su rival, salió vencedor de su segundo asalto al cajón de plata.
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Pero entonces llegó la última vuelta y una sanción que a buen seguro dará que hablar. Roberto sobrepasó los límites de pista, se encontró con las bananas y recibió cinco segundos de penalización por parte de la FIA que lo enviaron a la quinta posición.
"¡Qué rabia!", dijo en redes sociales, y nada más terminar, un Roberto Merhi que disimuló bien el hecho de llevar cuatro años sin montar en un Fórmula 2.
Fuera del podio, pero con el dulce sabor de volver a demostrar que cuando es cuestión de manos, con él también se puede contar.