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En el metro se escuchan cantidad de tonterías. Dos hombres están de pie. Uno lleva boina y habla con acento gallego. El otro es más alto. Sus ojeras son tan negras como el carbón. Parece que no ha dormido en una semana. Este último no para de repetir "cuanto peor, mejor".
Comenta que cada vez que tiene una cita importante con una persona adinerada su mecanismo es llevarles a una pulpería en Usera. Es tan cutre que los asistentes, acostumbrados al lujo, quedan sorprendidos y son más fáciles de convencer. Absolutamente surrealista.
En Minnesota la forma de proceder es parecida. Al menos con su equipo de fútbol americano: los Vikings. Esta temporada empezaron muy mal. Kirk Cousins, quarterback titular y estrella de la franquicia, se puso la capa de superhéroe para rescatarles.
Lo estaba consiguiendo con victorias agónicas hasta que la semana pasada se rompió el tendón de Aquiles. No volverá a jugar este año. Otro disgusto más.
Cuando uno escucha la palabra quarterback inconscientemente imagina a un hombre robusto, vestido a la última moda y con mucho ego. Joshua Dobbs es quarterback. Le diagnosticaron alopecia cuando tenía ocho años.
Se licenció en Ingeniería Aeroespacial por la Universidad de Tennessee mientras jugaba al fútbol americano y desde diciembre de 2022 ha estado en cinco equipos de la NFL. El martes los Minnesota Vikings le ficharon para sustituir a Kirk Cousins.
Este domingo, cinco días después, la franquicia jugaba contra los Atlanta Falcons. Dobbs no podía ser titular. Ni siquiera se sabía el nombre de todos sus compañeros. El elegido fue Jaren Hall, un rookie incluido en las dinámicas del equipo desde hace meses.
Antes de terminar el primer cuarto se lesionó. Solo quedaba una opción en la plantilla para ocupar la posición más importante sobre el campo: Joshua Dobbs.
Un quarterback tiene que estar perfectamente compenetrado con su línea ofensiva. Estos son los que le protegen. Si algo falla, todo el planteamiento cae. Dobbs entrenó por primera vez con ellos a minutos de debutar con Minnesota. No conocía las jugadas.
En la retransmisión del partido se vio como su entrenador se las iba enseñando en cada pausa. Era tan surrealista como encontrarte a gente con Rolex en sus muñecas dentro de una pulpería de Usera.
Joshua Dobbs salió a jugar y sus primeros minutos fueron muy malos. De forma totalmente inexplicable, empezó a correr entre los defensas como si llevase diez años vistiendo la camiseta de los Vikings. A falta de 30 segundos para el final, Minnesota perdía.
Dobbs tenía el balón a pocas yardas de la zona de anotación. Se inventó un pase -literalmente- y consiguió un touchdown. Minnesota ganó. Aquel hombre del metro dijo muchas tonterías pero en algo tenía razón: cuanto más contra las cuerdas estás, mejor rindes. Y si no que se lo cuenten a Joshua Dobbs.