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MotoGP

“Le tenía que romper la moto para decir ‘ya no hay más, vámonos’”: Pedro Acosta y su obsesión con el motociclismo

“Le tenía que romper la moto para decir ‘ya no hay más, vámonos’”: Pedro Acosta y su obsesión con el motociclismoDAZN
Pedro Acosta es uno de los talentos más en firme del motociclismo mundial y DAZN repasa con su familia la trayectoria de uno de los grandes pilotos de Moto3

El secreto del éxito de Pedro Acosta es uno: su obsesión con las motos. Cuando empezó a correr en moto no le gustaba, quiso alejarse... pero el destino le volvió a subir al sillín que le ha llevado a ser campeón del mundo de Moto3.

Carreras para desayunar, para comer y para cenar. “Me levanto por la mañana y pongo carreras, a la hora de comer veo carreras, antes de acostarme veo carreras...”, cuenta el piloto murciano.

Las motos son el centro de la existencia de Pedro Acosta. “Es lo único que hago”, comenta. Vivir por y para el motociclismo ha sido una de las grandes claves para llegar a lo más alto del motociclismo mundial.

“La clave es la enfermedad que tiene. La obsesión de moto, de siempre querer mejorar. Lo hace bien y todavía quiere mejorarlo. Siempre quiere superarse al máximo”, explica Paco Mármol, entrenador de Pedro, en el documental 'Pedro Acosta: Nadie te enseña a ganar' , original de DAZN .

Ni la lluvia ni la noche paran a Pedro Acosta: entrena hasta las 3 de la mañana

El Circuito de Cartagena es casi el patio de recreo de Pedro Acosta. Allí es donde más horas ha pasado sobre la moto, entrenando en cualquier circunstancia.

“La temperatura, el circuito, la gente, el personal, es inmejorable. Es especial”, explica Paco Mármol.

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“A Pedro lo conocemos desde que empezó con Paco, prácticamente desde siempre. Y siempre rodando, todos los días, no paraba, nunca ha parado. Días que amanecía lloviendo y nos hacían abrir la pista para entrenar”, asegura Francisco Bernal, Director Deportivo del Circuito de Cartagena.

No solo la lluvia ha intentado frenar a Acosta sin conseguirlo: ni la caída de la noche ha podido paralo. “Aquí nos han dado a veces hasta las 3 de la mañana”, recuerda Mármol.

“La llave prácticamente la teníamos nosotros, y encendíamos las luces y nos tirábamos aquí hasta que le tenía que romper la moto para decir ‘ya no hay más, vámonos ya’”, añade.

El afán de superación y de mejora del ‘Tiburón de Mazarrón’ es una de sus grandes virtudes. “Pedro siempre ha tenido una cosa especial”, relata su padre.

“Cuando terminaban de hacer los entrenamientos, los otros chiquillos se iban a jugar con la pelota, el patinete, a jugar entre ellos. Pedro, cuando se bajaba de la moto, le contaba al mecánico lo que sentía con la moto, miraba los tiempos”, recuerda. “Aunque hubiera hecho el mejor tiempo siempre estaba buscando dónde mejorar”.

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“Mientras los otros jugaban, él miraba los tiempos, pensaba en por qué había hecho algo en una curva, o en la otra. Siempre ha sido un chaval que ha querido aprender y ser el mejor en lo suyo”.

Buscar los puntos de mejora es algo que sigue haciendo. “Carreras malas veo muchas. En las carreras buenas ya lo has hecho bien, de donde tienes que aprender es de cuando no lo haces bien”, recalca el ‘37’.

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“Le gastamos bromas para que haga 100 repeticiones mas y casi se muere”

Esa fijación se ha extendido a todos los campos que afectan al rendimiento en el circuito, como son la nutrición y el entrenamiento en gimnasio. De ese apartado se encarga Juande Mármol, hermano de Paco y preparador físico.

“Pedro es constancia, constancia y constancia. Muy mentalizado en lo que le digas, va hasta el final. Yo creo que ha llegado a donde está por la constancia”, relata Juande.

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“Mi papel es inculcarle el tema de la nutrición y el entrenamiento con pesas, complementarlo con el motociclismo y conseguir la forma física perfecta para conseguir los resultados”, añade.

El entrenamiento de Acosta en el gimnasio ha evolucionado para adaptarse a sus avances. “Al principio era un poco más un juego, porque a un niño de cinco años no le puedes meter mucha musculación”, explica Mármol.

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“A Pedro le faltaba peso en la moto. Estaba muy delgadito, lo sigue estando, y su problema era el coger peso. Cuando saltó de categoría, a la 110, 140, necesitaba meterle peso al físico, porque si no tenía que meterle muchas contrapesas a la moto”, recuerda.

“Y llegó un momento que era un problema para correr. Entonces fue cuando él se vio más presionado y se tomó más en serio la dieta”, añade.

A pesar de ser joven, su diferencia con otros pilotos es la concentración en lo que tiene que hacer. Juande Mármol tiene experiencia entrenando a niños, ya que lo hace con todos los alumnos de la escuela de su hermano, Pakosta.

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“Son niños, entrenan, pero en cuanto te despistas 10 segundos ya están jugando, tirados por los suelos. A Pedro, en cambio, le mandas su entrenamiento y te puedes ir a casa si quieres, hasta que no lo cumple a rajatabla, está a pico y pala”, asegura.

“De hecho, muchas veces le hemos gastado bromas para que hiciera 100 repeticiones más, nos hemos despistado y cuando nos hemos dado cuenta estaba a punto de morirse en la máquina”, cuenta, entre risas, el entrenador.