En el Puerto de Mazarrón hay un pescador que sale cada noche a faenar el Mediterráneo en las aguas murcianas. Mientras, su hijo ha dejado al mundo boquiabierto siendo campeón del mundo de Moto3 y Moto2.
Quizás, el destino de Pedro Acosta no estaba en los circuitos de velocidad del mundo, sino en alta mar. Pero su talento le bajó de los barcos para subirle a una moto. Quizás, en este caso, el destino dio un giro muy acertado.
No hay nadie como él. Lo dicen los números. Es el primero que consiguió subirse al podio en sus primeras cuatro carreras en mundial. El primero en toda la historia de MotoGP. Nadie, ni Rossi, ni Márquez, ni Hailwood, ni Agostini, ni Ángel Nieto, lo había hecho antes.
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Aquel inicio tan efervescente acabó dando sus frutos: el título mundial de Moto3. En Portimao, durante el GP del Algarve, Acosta consiguió su sexta victoria y se convirtió en campeón del mundo de Moto3.
Dos años después y tras una temporada debut en Moto2 en la que no pudo lograrlo, se alzó campeón de la categoría intermedia y en 2024 correrá en MotoGP dispuesto a pelear por el Mundial en su primer año en la categoría reina.
Recaudar dinero para poder montar en moto
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Es fácil imaginar un futuro brillante para “el tiburón de Mazarrón”, pero el camino fue mucho más oscuro. El sueño de Acosta es el de toda una familia humilde que ha luchado para que el joven piloto llegue donde está.
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Aki Ajo, jefe del Red Bull KTM Ajo, relata en Motorsport Magazine que, al llegar al equipo, el piloto murciano le dijo que “entiende la suerte que tiene de estar donde está” y que “nunca desaprovecharía la oportunidad”.
Son las palabras de un joven que, para poder comprar su primer mono de competición, tuvo que pedir dinero a amigos y familiares. “Lo sacrificaré todo para conseguir lo que quiero”, le dijo al expiloto finlandés. Lo ha aprendido de su padre, que sigue saliendo cada noche a pescar. En su casa, nada ha cambiado. En su mente, tampoco.
El palmarés del "tiburón de Mazarrón"
Red Bull KTM Ajo
Pedro Acosta nace el 25 de mayo de 2004, y en 2013 ya está ganando carreras en Mini Velocidad. Durante la temporada siguiente, con 10 años recién cumplidos, se convierte en campeón de España de RAV 140cc, y en 2015 gana en la Cuna de Campeones, la Copa de España, el Campeonato Murciano y la Copa Levante.
Una remontada premonitoria
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Un año después se proclamó subcampeón de la Copa de España de Mini Velocidad GP 220 4t XL y consiguió el mismo resultado en la misma categoría de la Cuna de Campeones. Durante aquella temporada, además, completó una remontada que años después le veríamos repetir.
En la cita del RFME CEV en Montmeló, donde competía en la categoría de Moto4, un (aún más) joven Pedro Acosta arrancaba desde la pole position, pero se le paró la moto en la parrilla. Eso le obligaba a salir desde el pit lane, algo que, para él, no fue un problema.
Tardó cinco vueltas en ponerse en cabeza y lideró la carrera hasta el final para hacerse con la victoria. Terminaría el año siendo tercero en Moto4, habiéndose perdido las dos primeras pruebas del campeonato.
En 2017, se proclamó campeón de España de PreMoto3, subiendo al podio en todas las citas del año. Durante esa misma temporada debutó en la European Talent Cup, corriendo una carrera con su equipo, el de la Cuna de Campeones.
Progresión frustrada
De izquierda a derecha: Sam Lowes, Paco Mármol, Kike Bañuls, Pedro Acosta, Iker Lecuona
La progresión de Acosta estaba siendo estratosférica y eso le llevó a debutar en el FIM CEV Repsol con el equipo Swiss Innovative Investors en 2018, cuando tenía tan solo 13 años.
A pesar de los esfuerzos del equipo, cuya estructura llegaba hasta el campeonato del mundo con Iker Lecuona, los problemas económicos que habían perseguido a Acosta desde sus inicios volvieron a aparecer. Se quedó sin equipo y sin opciones. Pero nunca dejó de entrenar.
Entre entrenamiento y entrenamiento, el esfuerzo de todo su entorno le llevó a presentarse a las pruebas de la Red Bull Rookies Cup. Y allí, en la copa de formación que ha descubierto a estrellas como Joan Mir, Johann Zarco, Jorge Martín o Miguel Angel Oliveira, llegó la oportunidad que estaba esperando.
Desafiando al destino
KTM
En 2019, todo cambió. De no tener nada, a ganar tres carreras, hacer cinco podios, y ser subcampeón sin haber participado en las dos primeras citas de la Red Bull Rookies Cup. Esos números le sirvieron para volver al FIM CEV Repsol, donde participó en las últimas cinco carreras con el equipo de la Fundación Andreas Pérez 77.
Después de un año donde el motociclismo le devolvió lo que le quitó en 2018, la temporada 2020 fue la confirmación de lo que estaba por venir. El murciano ganó las seis primeras carreras de la Rookies Cup, se subió al podio en tres citas más, y se proclamó campeón con 64 puntos de ventaja sobre David Muñoz. Ese mismo año también se hizo con la tercera posición en el FIM CEV.
El “tiburón de Mazarrón”, un mote acuñado por Jordi Alberola durante las narraciones de los logros de Acosta en el campeonato de jóvenes talentos de Red Bull en DAZN, solo estaba avisando. Pensar en ganar desde el pitlane, adelantar pilotos de dos en dos, empezar un campeonato arrasando o adaptarse a las dificultades está en su ADN. Lo trae de fábrica y lo ha hecho desde que era un niño.
Pilotaje de nueva escuela; espíritu clásico
Aki Ajo es una personalidad muy importante en el paddock de MotoGP. Tanto es así que el propio Marc Márquez reconoce la importancia de su figura. “Trabajas con Aki, ¿no? ¿Está encima de ti?”, le decía el siete veces campeón del mundo a Acosta.
“Es muy bueno”, añadía Márquez. El manager del Red Bull KTM Ajo reconoce que el pilotaje del joven piloto es “natural”. “Tiene un estilo de pilotaje de nueva generación, marca la diferencia en la entrada a la curva, no en la salida o el paso por ella.
Está claro que es importante frenar fuerte, pero mantener la velocidad en curva para salir bien lo es todo. Pedro marca la diferencia controlando la moto en la entrada”, explica Ajo.
Ese estilo nace muy cerca de su casa, en el centro de pilotaje KSB Sport de Cartagena. Allí, sin pilotar en circuitos grandes, moviéndose en unos pocos metros cuadrados y con un puñado de conos, Pedro Acosta ha crecido trabajando sus habilidades.
Y escuchando a Paco Mármol , “Pacote”, el hombre que le guía en el camino a lo más alto y al que Acosta siempre menciona, agradecido, como lo es con todos los que le han ayudado.
Otros pilotos mundialistas como Iker Lecuona, Jorge Navarro o Héctor Garzó también visitan a menudo la escuela de pilotaje fundada por Kike Bañuls en Valencia, que además trabaja con el equipo de Jorge Martínez “Aspar”, y tiene delegaciones en Madrid, Outeiro de Rei y León.
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Practicar con motos grandes en espacios pequeños ha sido el día a día del murciano durante mucho tiempo. Con solo 14 años ya manejaba motos de 600cc, derrapando y haciendo “ochos” ante la atenta mirada de Iker Lecuona, el piloto de MotoGP con el que más entrenamientos ha compartido.
El binomio entre Mármol y Acosta se extiende al FIM CEV, donde el entrenador acompaña a otros pilotos de su escuela. El joven murciano no duda en acudir cuando tiene la oportunidad, para ayudar y apoyar a su mentor.
Así, colabora con la persona a la que, según dice, le debe todo. Y es que Acosta no se olvida de los que le han empujado cuando no todo era tan bonito. Por eso, cada fin de semana, el murciano visita a los que fueron sus mecánicos en la Red Bull Rookies Cup, en otra muestra de gratitud.
Quizás gracias a esos exigentes entrenamientos, Acosta consigue salvar caídas que parecen seguras, como hizo en la última vuelta de Portugal o a dos vueltas del final en el Gran Premio de España, en Jerez.
En ambas ocasiones estuvo cerca de caerse, pero el manejo que demuestra sobre la moto le ayudó a levantarla y mantenerse sobre ella, algo que también entrena. Y, quizás, gracias a los esfuerzos que hace para mostrar su agradecimiento, su figura no crece solo dentro de la pista, sino también fuera de ella.
A medida que suma éxitos, los medios, las redes y la gente habla más y más sobre él. El joven piloto reconocía que prefería “no leer nada”. Al inicio del curso 2021, las opiniones que se vertían sobre él empezaron a hacer mella en su estabilidad psicológica, así que decidió alejarse de las redes sociales y los medios.
Como el motociclismo más clásico, en su versión renovada: pensar en pilotar, pilotar y pilotar. Nada más. Por algo su ídolo es Kevin Schwantz, el piloto favorito de su padre y del que más vídeos ha visto.
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Ahora está sorprendiendo a propios y extraños tras sus victorias en los Campeonatos del Mundo de Moto3 y Moto2. En sus genes están el trabajo, la dedicación y la paciencia que hacen al buen pescador. Pero en su destino no hay barcos, ni peces, ni puertos; hay motos, circuitos y un futuro muy prometedor.