El GP de Valencia de 2021 pasará a la historia por ser el último que acogió una carrera de Valentino Rossi. El piloto italiano, nueve veces campeón del mundo, ha dicho adiós al Mundial de motociclismo tras una carrera plagada de éxitos en las 26 temporadas que ha competido en el campeonato.
La carrera, dominada por las Ducati, la finalizó en décima posición, pero lo importante llegaría justo después. Con una grada repleta de amarillo, el color tan característico de 'El Doctor', y con todos los trabajadores del circuito despidiendo a una leyenda, comenzaron a llegar el resto de pilotos de la parrilla para fundirse en un bonito abrazo con el ídolo de muchos de ellos.
Así, y uno por uno, Rossi fue abrazándose con todos y cada uno de los pilotos con los que ha compartido asfalto en esta última temporada en la categoría reina del motociclismo mundial. El humo amarillo de los botes de los aficionados, además, propiciaba unas imágenes fantásticas para despedir a uno de los mejores pilotos de la historia.
Tras dar la correspondiente vuelta de honor, y darse un baño de masas, Rossi llegó al pit lane, donde todos los mecánicos de todos los equipos lo estaban esperado. Todos ellos salieron fuera de sus box para, situados en dos filas enfrentadas, formar un bonito pasillo.
Los aplausos se sucedían para el talentoso piloto italiano. Suzuki, incluso, sacó una gran pancarte en la que le agradecían todo el espectáculo dado durante tantos años sobre las motos. El delirio llegaba cuando Valentino alcanzaba la posición de su box, atestado de personas.
Ni siquiera se bajó de la moto. Primero, se puso en pie sobre ella. Posteriormente, se subió a hombros de uno de los mecánicos, que tenían camisetas conmemorativas en la que le daban las gracias al piloto, para saludar a todo el pit lane.
Una vez dentro, Valentino se hizo fotos, celebró, y fue manteado, además de ser aupado como las estrellas de rock a lomos del público. Unas escenas icónicas en el último domingo de carreras de un Valentino Rossi espectacular que ha conquistado, gracias a sus éxitos y, sobre todo, a su carisma, a todo el mundo, además de fabricar miles de aficionados al motociclismo. Una leyenda incontestable que, por desgracia, ya es pasado en MotoGP.
Su 46, su color amarillo y su legado, en cambio, permanecerá para siempre.