El mundo de la Fórmula 1 ha estado en vilo durante unos instantes. El campeonato del mundo, que alcanza este fin de semana la segunda cita del calendario, llegaba a Arabia Saudí con aparente normalidad para la disputa de los primeros giros.
De hecho, en la jornada del viernes, los pilotos pudieron completar los entrenamientos libres del moto habitual. Además, antes comparecieron en la tradicional rueda de prensa, por lo que nada hacía presagiar lo que ocurriría después.
Y es que el Gran Premio de Arabia Saudí estuvo a punto de cancelarse por un ataque con misiles perpretado, según reivindicaron en el momento del acto, por los rebeldes hutíes de Yemen.
El suceso tuvo lugar a las 18:00h, hora local. En el trazado se estaban llevando a cabo los primeros entrenamientos libres, que enfilaban ya la recta final. Los misiles, que tenían como objetivo varias refinerías, entre ellas la de Aramco, la mayor petrolera del mundo, Ras Tanura y Rabigh.
El incendio provocado llevó a la pista olor a aceite quemado. De hecho, el vigente campeón del mundo, Max Verstappen, que pilotaba sobre el circuito, preguntó en radio si era su coche el causante.
La densa columna de humo que salía del escenario del ataque era visible desde el circuito. Todo ello alarmó a los pilotos, así como a los equipos y a la propia Fórmula 1. En cualquier caso, los segundos entrenamientos libres se desarrollaron con normalidad, aunque se retrasaron 15 minutos. La Fórmula 1, antes, se había limitado a anunciar que se encontraba a la espera de "noticias de las autoridades locales".
Esos 15 minutos de retraso fueron provocados por una reunión urgente mantenida por el director ejecutivo de la Fórmula 1, Stefano Domenicali, el presidente de la FIA, Mohammed Ben Sulayem, y miembros de la Familia Real saudí. En ella, Mohamed bin Salman, príncipe heredero, prometió reforzar la seguridad con el objetivo de que los planes del Gran Premio no se detuvieran.
A pesar de que el último suceso ocurrió durante la celebración de los entrenamientos libres, es cierto que en Arabia Saudí se viene respirando cierta tensión durante toda la semana.
Los hutíes, con gran poderío aéreo, lograron comprometer el normal funcionamiento del Aeropuerto Internacional Rey Abdulaziz tras diversos ataques con misiles por parte de los rebeldes.
La guerra en Yemen enfrenta al Gobierno reconocido internacionalmente, encabezado por el presidente, Abdo Rabbu Mansur Hadi, y apoyado por la citada coalición internacional liderada por Riad, y a los hutíes, respaldados por Irán
Tanto es así que sus ataques no se han establecido a una zona concreta, puesto que las refinerías de Aramco se encuentran a tan sólo 20 kilómetros del circuito, pero Rabigh está a 140 kilómetros y, más lejos aún, en la frontera con Baréin, se encuentran las instalaciones de Ras Tanura.
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De hecho, el ataque previsto por los rebeldes era aún mayor. La Defensa de Arabia Saudí informó, antes de la última ofensiva, que su escudo antimisiles había logrado destruir nueve drones y un misil en la parte sur del país.
La guerra de Yemen opone al Gobierno reconocido por el planeta, con el presidente Abdo Rabbu Mansur Hadi a la cabeza y apoyado por una coalición internacional liderada por Arabia Saudí, y a los hutíes, respaldados por Irán. Es precisamente el apoyo de Arabia Saudí lo que ha motivado, en la última semana, la ofensiva por parte de los rebeldes.
En cualquier caso, y tal y como confirmó Albert Fàbrega, analista de DAZN, el Gran Premio se disputará con total normalidad sobre el trazado de Jeddah tras una reunión con todos los pilotos y con un esfuerzo extra por parte de las autoridades locales para garantizar la seguridad de protagonistas y espectadores.