El GP de Austria de Fórmula 1 tuvo final feliz para Charles Leclerc. El piloto monegasco obtuvo su primera victoria sin salir desde la pole y recuperó la segunda posición en la clasificación general debido al abandono de Checo Pérez, que tuvo un toque con George Russell en el inicio de la carrera.
De hecho, desde el comienzo, y a pesar de que Max Verstappen partía desde la primera posición que obtuvo en la carrera al sprint de la jornada del sábado, los dos Ferrari, tanto el de Charles Leclerc como el de Carlos Sainz, demostraron tener un ritmo superior al de su rival por la victoria.
El piloto monegasco no tardó en lanzarse al ataque del neerlandés en cada curva en la que tenía oportunidad. La mayor velocidad del Ferrari y la tracción de la que gozaban los monoplazas rojos fueron determinantes para que Leclerc adelantara al vigente campeón del mundo.
Además, esa tendencia se mantuvo durante toda la carrera, y Max Verstappen apenas tuvo oportunidad para recuperar la primera plaza y plantar batalla a los dos Ferrari. Por si fuera poco, con una estrategia a dos paradas en Red Bull, Leclerc se ganó el privilegio de poder modificar la suya propia y situar también una a dos paradas tras su adelantamiento en pista al neerlandés.
Sin embargo, a pocas vueltas para el final de la carrera, y cuando Carlos Sainz estaba a punto de superar a Verstappen para situar el doblete de Ferrari en casa de Red Bull, el monoplaza del español se detuvo por problemas de fiabilidad en el motor.
Esta situación evitaba, por tanto, que en Maranello celebraran un 1-2 en Austria y que todo se centrara sobre Charles Leclerc, que dominaba la carrera con suficiencia y que no daba muestras de que el neerlandés le pudiera adelantar en la pista.
Pero los nervios comenzaron a aparecer cuando, por radio, Charles Leclerc le mostró a su equipo cierta preocupación por un comportamiento extraño del acelerador, que no volvía al 100% cuando lo soltaba, por lo que su monoplaza siempre estaba acelerando.
Todo ello, obviamente, complicaba la frenada para entrar en las curvas, haciendo del pilotaje una tarea realmente difícil. Max Verstappen se acercaba cada vez más y la victoria en Ferrari podía peligrar, de nuevo, cuando todo parecía controlado.
Finalmente no fue así y el monegasco pudo cerrar su victoria en Spielberg. La radio que mantuvo con su equipo demostró que, finalmente, sudó más de lo necesario para mantener el liderato y sumar una nueva victoria a su palmarés en la Fórmula 1.
"¡Vamos, vamos! Dios mío, ¡estaba asustado!, ¡estaba realmente asustado!", gritó el monegasco cuando cruzó la línea de meta, reconociendo que vio peligrar seriamente su victoria en el Red Bull Ring con la persecución de Max Verstappen y sus problemas con el acelerador.