Decir Renault es decir Fórmula 1 . Y viceversa. Un matrimonio con décadas ya sobre sus espaldas y que todavía sigue en pie pese a alguna crisis que amenazó con separar sus caminos en varios ocasiones. Una aventura que DAZN repasa de forma completa en su nuevo episodio de 'Fuera de pista'.
'Renault: historia de un rombo', ya disponible en DAZN
El rombo más famoso del automovilismo llegó a la Fórmula 1 en 1977. Su historia tras casi medio siglo está plagada de historias, triunfos, decepciones, sueños y alguna que otra revolución con la que le dijeron al mundo del motor que aquí estaban ellos.
Como escudería, Renault ha ganado dos mundiales de pilotos (Fernando Alonso ambos) y dos de constructores. Sin embargo, sus motores sí han alcanzado, incluso, los doce Mundiales que tiene en su poder la todopoderosa Ferrari.
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Hagamos como Jack el Destripador y vayamos por parte. Al principio, por ir a un punto en concreto. Año 1898. Los hermanos Renault dan vida a su icónico Voiturette y, junto a él, empiezan un camino que todavía sigue cosechando pasos. En 1906, Ferenc Szisz se llevó el primer GP Francia a bordo de un Renault AK. La marca, por aquel entonces tan joven, ya daba que hablar.
En 1977, Renault, nada más aterrizar en la Fórmula 1, tuvo una idea revolucionaria con el motor turboalimentado. El potencial era increíble, aunque carecía de fiabilidad. En aquellos tiempos, los más críticos llegaron a llamar "teteras amarillas" a los coches de la marca francesa, un mote que acabó el mismo día que el tiempo empezó a darle la razón a Renault.
En 1979, Jean-Pierre Jabouille protagonizó la primera victoria de la escudería. Lo hizo en casa, en Dijon, poniendo el broche de oro a la rompedora idea que tuvo Renault dos años antes.
Todo funcionaba con aroma positivo y ambicioso. En la década de los ochenta, la escudería francesa quiso soñar en grande y extender su legado más allá de las ideas y las mejoras. Buscaban ser los mejores. Apostaron por el talento de Prost en 1981, cuya llegada fue fundamental para Renault. Ganó tres carreras y el equipo francés ascendió a la tercera posición del Mundial de Constructores. La progresión parecía imparable.
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En 1983, Renault estaba ante la gran oportunidad de conseguir su primer título en la Fórmula 1. Había coche y piloto para ello. A falta de cuatro carreras para el final, Prost era líder del Mundial con catorce puntos de ventaja sobre Piquet. La escudería también lideraba la clasificación de constructores. Sin embargo, los fallos mecánicos condenaron a Renault y Piquet se proclamó campeón. Prost, decepcionado, se fue a McLaren tras ser despedido por Renault.
Tras dos años de clara decadencia, la escudería francesa decidió abandonar la Fórmula 1, aunque mantuvieron sus motores en varios monoplazas. El futuro parecía pasar por ser simplemente motorista, pero todo cambió en la década de los noventa.
A partir de 1992, los motores Renault se convirtieron en los mejores de la parrilla. Conquistaron seis títulos de constructores consecutivos, cinco con Williams y uno con el Benetton de Michael Schumacher.
La escalada era tal que, en el año 2000, decidieron comprar Benetton para volver a competir. En 2002, con Flavio Briatore al mando, Renault volvió a las pistas buscando un desenlace diferente al que experimentaron en los ochenta. Meses después, ya en 2003, llegó Fernando Alonso, el salto de calidad que necesitaban.
Renault no tenía el mejor coche. Ferrari, de hecho, estaba muy por encima. Sin embargo, el monoplaza del icónico rombo tenía a Fernando Alonso.
En Hungría, el piloto asturiano consiguió una victoria para Renault veinte años después. Dos décadas que parecieron olvidarse entre celebraciones y una emoción desbordada. Soñar era más obligatorio que nunca. Había motivos para ello.
Fue en 2005 cuando Renault se vio preparada para ir a por el título. Lo consiguió en Brasil. Trece millones de personas siguieron la carrera en España. La culminación de un sueño que comenzó en 1977. También se llevaron el campeonato de constructores. En 2006 lo volvieron a hacer. Brasil coronó a Alonso, pero el título se decidió en Japón. Una rotura de motor de Michael Schumacher dejó el camino libre al piloto asturiano.
La resurrección que se imaginaron en el año 2000 había llegado a su culmen seis años después. Fernando Alonso, que fue decisivo para dar el salto a la gloria, se marchó a McLaren, donde vivió un año convulso y complicado. En 2008 regresó a Renault, aunque el brillo de los años anteriores parecía apagado y lejano. El español sumó dos victorias en dos temporadas, las últimas que ha cosechado Renault.
En 2011, tras años en los que Renault puso el motor a la etapa dorada de Red Bull (cuatro años arrasando), la escudería francesa abandonó la Fórmula 1 con la crisis económica como motivo principal y casi insalvable. Sin embargo, ese adiós, como otros que se dieron en estos casi cincuenta años, fueron siempre bajo el prisma de poder volver, algo que hicieron en 2016, cuando compitieron bajo el nombre de Renault Sport tras comprar Lotus.
Ahora, en 2021, llega la revolución con Alpine y Fernando Alonso. El sexto puesto de Azerbaiyán sabe a gloria, pero el futuro, al igual que a principios de siglo, aguarda sus mejores cartas. En 2022 habrá cambio de reglamento y ahí es donde el rombo más famoso del automovilismo tendrá que dar el salto para volver a hacer historia.