Llenar un circuito de Formula 1 todos los días del Gran Premio no es fácil en los tiempos que corren, pero en Zandvoort se ha conseguido gracias a la pasión que tienen los aficionados neerlandeses por Max Verstappen, el gran protagonista.
El joven piloto de Red Bull nunca había competido en su país y ha tenido que gestionar una presión enorme porque las expectativas eran altísimas desde que puso los pies en el circuito y subieron aún más cuando logró la pole el sábado en una reñida lucha con Lewis Hamilton.
La carrera planteaba las incógnitas propias de un circuito nuevo para todos con el aliciente de que se había rodado poco en los libres debido a los accidentes. La vida de los neumáticos iba a ser un misterio y tampoco la estrategia de paradas parecía clara (si a una o a dos), por no mencionar las dificultades para adelantar en esta pista tan estrecha y revirada.
Con Pérez penalizado en el pit lane, Verstappen tenía que lidiar solo contra los dos Mercedes que intentaron estrangularlo dividiendo estrategias: dos paradas para Hamilton convertido en la sombra del 33 y una parada para Bottas que debía actuar de tapón para retrasar el ritmo del Red Bull.
Verstappen tuvo guardadas unas décimas bajo el volante durante toda la carrera, lejos de querer forzar el coche escapándose todo lo posible, hizo una carrera muy calculada manteniendo una distancia prudencial con Hamilton para conservar gomas y poder empujar más en los momentos en los que los Mercedes realizaban sus jugadas.
‘Mad’ Max sorteó el bloqueo de Bottas sin demasiadas problemas tras el primer cambio de neumáticos y resistió los dos ‘undercut’ que le lanzó Hamilton, siendo desafortunado el segundo para el inglés ya que salió en tráfico y quedó condenado a intentar adelantar a Verstappen en pista con unas gomas medias que eran buenas si la estrategia en el pit lane funcionaba, pero no para una persecución a largo plazo.
El final fue de gestión de neumáticos y victoria plácida de Verstappen para delirio de la marea naranja que abarrotó el circuito de Zandvoort en un Gran Premio para la historia, no por la acción y el espectáculo en la pista, sí por el ambientazo en las gradas y el simbolismo de la primera victoria en casa de un piloto llamado a liderar una época en la Formula 1.
Conato de rebelión
El picante en las últimas vueltas de esta historia lo puso Valtteri Bottas aparentemente rebelándose contra las órdenes que había recibido de Mercedes. Le habían parado en las últimas vueltas para a continuación, gracias al espacio generado, poder meter en el pit lane a Hamilton y que el inglés se llevase el punto que suma si realizas la vuelta rápida de la carrera.
Bottas entendió al principio que él era el elegido para hacer la vuelta rápida y no le gustó nada enterarse de que su parada formaba parte de una estrategia para dar un punto extra a su compañero de equipo, el que por cierto está peleando por el título de campeón del mundo.
Debió de pensarlo mucho durante la vuelta porque levantó el pie en el último sector, lo justo para superar el tiempo de Verstappen pero dejando un segundo para que Hamilton no tuviese problemas. Faltó poco para que Toto Wolf tuviera un lío gordo.
Alonso, otra lección
Hay pocos pilotos que tengan claro que hacer en las situaciones más borrosas y Fernando Alonso ha vuelto a demostrar que es uno de ellos.
El buen sábado en Zandvoort le colocaba noveno en la parte limpia de la parrilla del domingo con posibilidades de ganar puestos en una buena salida. El asturiano dijo dos y ganó dos.
Su primera víctima fue su compañero de Alpine, Esteban Ocon, al que adelantó con un exterior descomunal en la peraltada curva 3 después de haberlo intentado también por fuera y haberse ido a la tierra en la maniobra anterior. Arrasó también con Giovinazzi que no pudo hacer hacer nada frente al empuje del asturiano.
Superados estos objetivos, Fernando pasó del modo ataque total a gestión de gomas, viendo que los Ferrari iban demasiado rápidos ralentizó el ritmo generando un tren de coches que los demás no entendieron, en ese momento parecía que Alonso era el único que tenía en cuenta lo abrasivo que es el asfalto de Zandvoort.
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Primeras vueltas lentas y darlo todo en las últimas, esa fue su estrategia en los dos juegos de neumáticos que usó. Un gran trabajo que tuvo recompensa final dando caza al debilitado Carlos Sainz. Un sexto puesto para Fernando Alonso muy merecido.
Problemas para Sainz
La buena clasificación del sábado y en general el positivo fin de semana que había tenido Carlos Sainz en Zandvoort se estropeó en la carrera. Desde el principio el madrileño no se notó tan cómodo con el coche, los neumáticos no respondían como debían, la que iba a ser una carrera para atacar se convirtió en una para defender.
Los coches rojos siguen teniendo el lastre de que funden los neumáticos demasiado pronto, no solo fue un problema de Sainz, Leclerc también bajó su ritmo al final debido a esto.
Sin ritmo y sufriendo un desgaste excesivo, el Ferrari 55 se quedó descolgado de su compañero y quedó vendido en el tramo final frente a coches más frescos como el de Fernando Alonso que le adelantó en la última vuelta. El daño pudo ser mayor si hubiera cedido ante el empuje de ‘Checo’ Pérez, el mejicano remontó desde el pit lane hasta la octava posición, pero Carlos aguantó y salvó los muebles en una carrera, según él, rara.