La Fórmula 1 vivió un paso más y disputó la clasificación del penúltimo Gran Premio de la temporada, que se llevó a cabo en el circuito de Interlagos, donde el clima jugó un papel fundamental a la hora de la celebración de la sesión.
La Q1 comenzó pasada por agua y todos los pilotos de la parrilla montaron neumáticos intermedios para comenzar una prueba que eliminaría a los cinco pilotos con peor tiempo de la parrilla. Desde el primer momento, algunos de ellos salieron a rodar para tratar de probar lo antes posible el asfalto brasileño.
Conscientes de que la climatología sería esencial en el desarrollo de la Q1, los pilotos que competían por tratar de pasar a la Q2 salieron lo antes posible a pista y comenzaron a dar giros para familiarizarse con un circuito susceptible de cambiar durante la sesión.
Pierre Gasly, de AlphaTauri, fue el primero que entró a boxes para montar neumáticos blandos de seco cuando faltaban ocho minutos para la finalización de la Q1. Todas las miradas estaban puestas en el piloto francés, que en la primera vuelta no consiguió mejorar.
En la segunda, sin embargo, Gasly voló sobre Sao Paulo y, de repente, hubo una desbandada al pit lane. El piloto galo se puso primero en la Q1 y, a partir de ahí, la parrilla al completo paró en boxes para montar neumáticos secos al tener la certeza de que ya el trazado presentaba las condiciones para ello.
Ferrari paró, por tanto, a sus dos pilotos. Tanto Charles Leclerc como Carlos Sainz acudieron al garaje a montar los neumáticos y, de pronto, la confusión reinó en los mecánicos de la escudería italiana, que se afanaban en solucionar la situación lo antes posible.
Y es que, en Ferrari, los neumáticos usados, nuevos, blandos..., todos se apiñaban en un espacio de pocos metros cuadrados y, con los monoplazas detenidos esperando a que les montaran las gomas de seco, los mecánicos comenzaron a decidir cuáles eran los que se iban a instalar. Un momento surrealista en la clasificación brasileña.