Los pilotos de MotoGP se enfrentan cada fin de semana a innumerables retos. Uno de los más difíciles, descifrar sus propias mentes. La presión bajo la que trabajan a veces llega a ser asfixiante y no conseguir resultados positivos puede generar frustración y derivar en problemas que sólo tienen solución con ayuda de un psicólogo o profesional.
En una nueva entrega de 'Yo, Piloto', ya disponible en DAZN, figuras como Jorge Lorenzo, Marc Márquez, Pol Espargaró, Pedro Acosta o Casey Stoner analizan cómo lidian con esta presión y se sinceran sobre los conflictos que ésta les ha generado a lo largo de su carrera.
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Jorge Lorenzo, cinco veces campeón del mundo, atravesó un mal momento su etapa en Ducati. En 2017, el mallorquín abandonó Yamaha, con quien se había coronado campeón de MotoGP en tres ocasiones, y puso rumbo a la marca italiana, donde le costó mucho encontrar su sitio.
Después de un primer año complicado, en el que sólo pudo lograr tres podios, el piloto español afrontó la temporada con 2018 con mucha incertidumbre. "Antes de Mugello entré en una pequeña depresión porque entendía que me quedaba sin moto oficial para el año siguiente y yo me sentía en el mejor momento de mi carrera", cuenta en exclusiva para DAZN.
"Todo lo veía negativo, sólo quería dormir, no sé exactamente si era una depresión, una minidepresión o un momento muy triste, pero estaba realmente muy bajo de ánimos", explica.
Iván López, su preparador físico en aquel momento, asegura que tenía que obligar a Jorge a salir de la cama. "He hecho de padre, amigo, hermano, psicólogo, médico, entrenador, nutricionista, le he lavado la ropa, he limpiado el polvo y muchas cosas más".
"Yo en aquella época estaba con él viviendo en Lugano y estaba un poco mal. No le salían las cosas, trabajaba constantemente, todo el día, incluso yo le tenía que decir que descansara y durmiera. Me costaba levantarlo de la cama por las mañanas, lo pasó mal", sigue.
Fue tan mala la racha que atravesó Jorge, que pensó incluso en abandonar el motociclismo. "Llegó un momento en el que dijo que dejaba las motos. Yo le decía 'no puedes dejar las motos, no puedes abandonar, no puedes tirar la toalla'. Y costó porque no se levantaba de la cama. Era una gran pelea".
"Y él decía '¿Y qué voy a hacer? ¿Qué hago si no tengo moto? ¿A qué me dedico?'. No quería ni salir de casa, se quedaba encerrado todo el día en pijama y no quería salir, no quería ir a entrenar. Tenía que sacarlo yo de casa, hacerle la mochila, meterlo en el coche, llevarlo, traerlo... Fue una época dura", dice López en DAZN.
Jorge Lorenzo, Alberto Puig y una llamada de Honda que lo cambió todo
Cuando Lorenzo ya se veía sin equipo para 2019, Alberto Puig, Team Manager de Repsol Honda Team, apareció para hacerle una propuesta.
"Él estaba pasándolo mal en Ducati, no acababa de funcionar la cosa y tenía problemas. En Honda se decidió hablar con él y recuerdo que lo llamé. Quedamos para hablar y no acordamos nada, pero salimos de ahí con una idea más o menos de lo que podíamos hacer", afirma Puig en DAZN.
"En un hotel de Barcelona le subí yo una bicicleta estática a la habitación, porque él no quería entrenar, pero él conseguía la bicicleta del hotel y me la subían a la habitación y le hacía entrenar. Un día estaba en la bicicleta protestando y lo llamó por teléfono Alberto Puig. Soltó el teléfono, me abrazó y empezó a saltar encima de la cama y gritaba '¡Lo he hecho, lo he hecho!'. Le cambió la cabeza", recuerda Iván López.
Aquella llamada fue tan determinante para Jorge Lorenzo que tan sólo unos días después se subió a lo más alto del podio en Mugello. El mallorquín llevaba un año y medio sin conocer la victoria y tras la conversación con Puig, ganó dos carreras seguidas.
"El mismo piloto, misma persona, puede ser capaz de lo mejor, si está confiado mentalmente, si está bien físicamente, si se encuentra bien con la moto, con el equipo. Si todo se junta, eres capaz de ser muy superior a los demás. O el mismo piloto, misma persona, puede terminar el último. Eso es MotoGP, eso es el deporte", asegura Lorenzo.
"Las palabras depresión y obsesión suenan muy negativas. Pero cada vez más en el deporte, se ha vuelto tan profesional, metódico y perfeccionista que, o estás obsesionado o metido en este mundo al 100% o es imposible luchar con los mejores del mundo", concluye.