Q3 de la clasificación del GP de Hungría de Fórmula 1. La tensión es evidente entre Red Bull y Mercedes; entre Lewis Hamilton y Max Verstappen. Apenas faltan dos minutos para que finalice la clasificación y todos los monoplazas, salvo el de Vettel, que regresa, salen a pista.
Podría ser el inicio de cualquier guion cinematográfico de suspense, pero ahí comenzó la estrategia de Mercedes. Lewis Hamilton se situó, desde el pit lane, justo por delante de Max Verstappen. El británico marchaba a un ritmo más lento de lo habitual, pero el holandés decidió no adelantar.
Llega el momento en el que salen al trazado y la situación no cambia: Hamilton avanza poco a poco y el piloto de Red Bull, con neumáticos blancos, se mantiene agazapado atrás. Tiene dos opciones: acelerar y tratar de adelantarlo, desgastando los neumáticos en una acción sin consecuencias en la clasificación, o apurar detrás del británico.
Finalmente, Verstappen optó por esto último. Su decisión tiene consecuencias, puesto que llegan, al fin, a la última curva y restan tres segundos para que la Q3 finalice.
En ese momento, Hamilton aceleró y comenzó su vuelta. El holandés, sobre la bocina, entró también en vuelta y comenzaba, entonces, su particular asalto a la pole, en manos del británico.
Sin embargo, el lento ritmo impuesto por Hamilton tuvo consecuencias inmediatas en Red Bull: Checo Pérez vio la bandera a cuadros y privó al mexicano de la oportunidad de mejorar su tiempo en una última vuelta.
Para colmo, Max Verstappen no fue capaz de mejorar lo suficiente y no supuso una amenaza, en ningún momento, para el tiempo marcado por Hamilton, que logró defender con éxito la pole desde el pit lane y hasta la bandera a cuadros.
Una estrategia llevada a cabo a la perfección tanto por Hamilton como por Mercedes que finalizó con el piloto británico y Valtteri Bottas en las dos primeras posiciones y los dos Red Bull en tercer y cuarto lugar.