El Mundial de Fórmula 1 2022 se presentaba apasionante debido a los numerosos cambios que la FIA implementaba en los monoplazas de competición buscando ofrecer carreras más espectaculares con un mayor número de adelantamientos.
En los primeros test de pretemporada, sin embargo, se comprobó cómo, tras llevar a cabo las variaciones introducidas en el reglamento, los pilotos tenían que hacer frente a un porpoising salvaje que hacía que montarse en el coche fuera sinónimo de pasarlo mal.
Con el transcurrir del campeonato, las diferentes escuderías fueron corrigiendo, en la medida de sus posibilidades, el rebote en cada uno de sus coches para tratar de ofrecer una conducción más amable a sus pilotos sin perder demasiada velocidad.
En Mercedes, en cambio, optaron por un camino diferente. Lejos de tratar de solventar el porpoising en los monoplazas, comenzaron a instalar configuraciones diferentes en cada coche. Una medida desesperada para intentar encontrar una solución, lo antes posible, a su escaso rendimiento en comparación con sus competidores.
Y eso sí le funcionó a un George Russell que, tras ocho carreras, fue el único piloto de la parrilla que acabó cada fin de semana dentro de las cinco primeras posiciones. Además, en siete de las ocho ocasiones finalizó por delante de su compañero de equipo, Lewis Hamilton.
Precisamente el siete veces campeón del mundo se quejó, en varias ocasiones, de la dificultad para pilotar con un porpoising que, además de dificultar la visión a la hora de acelerar en rectas a gran velocidad, provocaba severos dolores de espalda en el piloto.
Esto último se vio claramente reflejado al término del GP de Azerbaiyán en Bakú, donde el propio Hamilton tuvo serias dificultades para bajarse del monoplaza debido a los dolores causados por el rebote.
Por ello, la FIA tomó una rápida decisión, obligando a las escuderías a realizar los cambios que fueran necesarios para reducir el rebote y velar por la salud de los pilotos cuando se suben a los monoplazas.
Pero parece que los cambios realizados en Mercedes no fueron, ni mucho menos, del agrado de Hamilton que, tras los primeros entrenamientos libres en Montreal, se quejó amargamente de su propio monoplaza.
"Este coche es horrible. Para mí, ha sido un desastre, es como si el coche solo fuera a peor. Es muy complicado. No es el Montreal que conocía. Nunca he experimentado una sensación así en este circuito con ningún coche".