Niki Lauda es una leyenda de la Fórmula 1. Y tal vez lo sea en buena parte por sobreponerse a adversidades como la de Nürburgring en 1976, cuando sobrevivió a un accidente del que nadie esperaba recuperarlo con vida, y acabar volviendo a tocar el cielo de la F1.
Y es que un 1 de agosto de 1976, el austriaco, fallecido en 2019, y su ferrari fueron devorado por las llamas en lo que es uno de los accidentes más famosos de la historia. De estar casi un minuto en el fuego a ganar otros dos Mundiales de F1. Su mito no se concibe sin aquel día que le cambió la vida.
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Una escena que repasamos en DAZN en un nuevo episodio de 'Fuera de pista' que te dejará sin aliento. De los minutos trágicos hablamos en una Fórmula que congrega a los mejores pilotos del mundo. Hombres preparados para ganar, para desafiar a la historia, pero con un lado humano que salta a la vista desde el momento en el que ponen su propia vida en riesgo.
A nadie se le escapa que la competición automovilística conlleva un riesgo mayúsculo. Por muy seguro que parezca un monoplaza o muy buen que sea un piloto, ir a más de doscientos kilómetros por hora puede llegar a ser una ruleta rusa con final infeliz.
Niki Lauda, de salir vivo de las llamas en 1976 a ganar dos Mundiales
Aunque el golpe sufrido en Nürburgring 1976 no fue el más fuerte posible, sí fue suficiente para que Niki Lauda perdiera el casco y el coche se incendiera. Ente llamas estuvo el austriaco, sin conocimiento, cerca de un minuto. Hasta que aparecieron sus ángeles de la guarda.
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Harald Ertl, Brett Lunger, Arturo Merzario y Guy Edwards. Los que sacaron a Lauda de su monoplaza y le salvaron de morir en el acto. "¿Cómo está mi cara?", preguntaba un Lauda que sufrió graves quemaduras.
"Estábamos seguros de que escucharíamos en las noticias que había muerto", dice Maurice Hamilton, periodista de F1. Pero Niki Lauda no era un piloto normal. "No podía ver nada, solo escuchaba. En el hospital, mi mujer entró en la habitación que yo estaba y lloró. Lo que, por supuesto, no me ayudó. Me hizo sentir mal y me dijo que solo me reconoció por los pies. Esa era la cuestión, así que tuve que luchar para seguir con vida".
Supo entonces que no volvería a ser perfecto. Le hicieron trasplantes de piel de su propio muslo a la frente, pero todo lo demás lo rechazó: Implantarle pelo, reconstrucción de la oreja... No sería el de antes, pero seguiría con vida... y compitiendo. A los 40 días volvió a correr. Y es que aún tenía mucho por decir sobre el asfalto. Retornó a los circuitos y ganó otros dos Mundiales de F1 más. Corazón de piloto. Alma de campeón.
Martin Donelly en Jerez en 1990
Años antes, en 1990, Martin Donelly nos dejó una de las secuencias más crudas y espectaculares de la historia de la Fórmula 1. Su accidente, brutal y sobrecogedor, acabó con el piloto tumbado sobre el asfalto, con la pierna visiblemente rota y la sensación de que ahí acababa todo. Por fortuna no fue así. El Doctor Watkins acudió de urgencia al hospital para intervenir y salvarle la vida a Donelly. El periodista Álvaro de Arenzana estuvo presente y, más de dos décadas después, sigue sin olvidar lo sucedido.
Álvaro hizo de intermediario entre Watkins y los médicos españoles que estaban atendiendo a Donelly. Tras estabilizarse las constantes vitales del piloto, la decisión fue mandarle directamente a quirófano para operar la pierna. El periodista cuenta en DAZN que tuvo que estar en la operación para traducir y colaborar. Fueron cinco horas interminables. Donelly salió de aquel trance con vida. Todavía hoy sigue vinculado al mundo del motor, pero nunca más volvió a competir.
Fernando Alonso y los milagros de Brasil 2003 y Australia 2016
Fernando Alonso también protagonizó un milagro. Lo hizo en Brasil, país en el que se proclamó campeón del mundo en 2005 y 2006. Años antes, concretamente en 2003, el asturiano nos dejó helados. Era un día de lluvia, con unas condiciones peligrosísimas para la conducción. Los accidentes se sucedían, aunque ninguno parecía revestir gravedad.
De repente, en la vuelta 54, Webber se fue directo contra el muro. Su coche quedó hecho añicos. Alonso no pudo intuir el accidente y el desenlace fue sobrecogedor. Atrapado por una rueda, el español fue violentamente de un lado al otro de la pista tras golpear contra las protecciones. Salió por su propio pie, aunque inmediatamente tuvo que sentarse al no poder mantenerse recto. Minutos después, ya en camilla, Alonso levantó el pulgar y España respiró. Esa icónica imagen forma parte de nuestra retina. Fernando Alonso.
En 2016, el propio Fernando Alonso volvió a protagonizar otro terrible accidente, esta vez en Australia, con un suceso todavía más escalofriante que el de años atrás. Cristóbal Rosaleny, director de la web 'soymotor', relata para DAZN lo vivido aquel día. Una palabra lo resume todo: "Escalofriante". Alonso llegó a reconocer que había quemado una de sus vidas tras ese accidente.
Robert Kubica volvió a nacer en Canadá 2007
En el año 2007, en Canadá, Robert Kubica intentaba adelantar a Jarno Trulli. Fue en la vuelta 27. Por desgracia, el monoplaza salió mal y quedó totalmente destrozado. Los segundos posteriores se hicieron eternos y quedaron envueltos por un silencio imponente. Aficionados, compañeros y periodistas citados allí se temían lo peor. Sin embargo, todo quedó en un susto gigante. El polaco protagonizó un milagro y volvió a nacer.
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Si hablamos de milagros, pocos tan espectaculares como el que vivió Martin Brundle en 1996. El piloto conducía su Jordan en Australia y una mala maniobra lo llevó a volar literalmente por encima de dos de sus rivales. "Volé hacia los árboles. Pensaba que iba en una secadora o en una lavadora. Sentí un líquido bajando y el olor a gasolina. Creía que me iba a quemar", relata Brundle. "Todos pensaban que había muerto".
Lo más increíble de la historia es que, pese a volar y dejar el coche absolutamente destrozado, Brundle salió sin ni siquiera arañazos en su cuerpo. "No tenía ni un golpe en el cuerpo. No tenía absolutamente nada. Unos años antes hubiese sido hombre muerto".
Felipe Massa en Hungría 2009 y el extraño tornillo de Barrichello
El caso más extraño lo vivimos en El Gran Premio de Hungría del año 2009. Un objeto alcanzó la cabeza de Felipe Massa cuando el brasileño conducía su Ferrari en la Q2. El objeto resultó ser un tornillo del coche de Rubens Barrichello. Massa perdió el conocimiento y fue directo al muro de ruedas. El accidente fue espeluznante y se temió por la vida del carioca. Por fortuna, todo acabó en un gran susto del que Massa apenas tiene recuuerdos.
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"Siendo honesto no recuerdo nada. Sólo recuerdo hablar con Rob, mi ingeniero, y decirme: ¿te acuerdas de Rubens (Barrichello)? Y yo decirle que no, que no recordaba mi Q2". Massa no volvió a competir es año, pero logró la victoria más importante de todas.
Por suerte, la seguridad de los pilotos ha ido mejorando en los últimos años. Es difícil encontrar, en la actualidad, accidentes tan sobrecogedores como hace décadas, cuando los milagros eran más importantes que el talento. Ya lo dice el expiloto Jacky Ickx: "Sobrevivir en esta época no era cuestión de talento, era cuestión de pura suerte". De aquella suerte nacieron esos milagros que hoy podemos contar con una sincera sensación de alivio.
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