La Fórmula 1 y el fuego han tenido una dolorosa relación durante muchos años. El fuego era el acompañante temido, el que nadie quería ver en su monoplaza, una invitación a la mayor de las tragedias.
Por suerte, con el paso del tiempo, la seguridad se ha apoderado de la Fórmula 1, pero eso no quita para que, de vez en cuando, tengamos sustos mayúsculos que nos encojan como si nosotros mismos estuviéramos en la piel de un conductor que pasaba de trazar una curva a luchar por sobrevivir.
El ejemplo más reciente lo tenemos en 2020, cuando Romain Grosjean quedó atrapado entre las llamas en el GP de Bahrein. Por suerte, hubo final feliz, aunque no siempre es así.
En la última entrega de 'Fuera de pista' hacemos un repaso por algunas carreras que acabaron con un coche envuelto en una bola de fuego.
EL MILAGRO DE ROMAIN GROSJEAN EN BAHREIN
Sky Sports
"¡Accidente fuerte! ¡Incendio! ¡Atención! ¡Hay un accidente y un incendio! ¡Por favor, tienen que ir rápido!", narró Antonio Lobato con evidente preocupación. El pánico por la escena llegó, incluso, a la zona de comentaristas. De repente, una carrera normal se convierte en la mayor de las pesadillas. "No habíamos visto un incendio en muchos años en Fórmula 1", recordaba Pedro Martínez de la Rosa.
Las caras en el box del Haas F1 Team eran un poema. Las lágrimas empezaban a dibujarse en los ojos de los más pesimistas. Por suerte, Romain Grosjean salió del infierno y puede contarlo.
El piloto suizo buscaba adelantar, pero, de repente, el coche se salió de la trayectoria y acabó empotrado contra un guardarraíl. "Pensé que podría ir hacia la derecha aunque fuera una maniobra agresiva, porque había un espacio. Lo vi claro. Por alguna razón, el coche en vez de seguir en la misma trayectoria siguió yendo hacia la derecha", comenta el propio Grosjean.
Los segundos posteriores fueron de una angustia inenarrable. Los operarios corrieron a sofocar las llamas mientras el equipo preguntaba por radio qué tal estaba Grosjean. "Intenté levantarme enseguida, pero algo chocaba con mi cabeza", recuerda el piloto justo antes de rememorar la parte en la que, seguramente aturdido, no encontró explicación a nada de lo que sucedía.
"Miré a mi derecha y a mi izquierda. Estaba todo naranja. Pensé que era raro. ¿Era el atardecer? No. ¿Las luces del circuito? Tampoco. Era fuego. No tenía tiempo. No podía terminar así. Me encontré atrapado y ahí llega la parte más desagradable. Me relajo, estoy en paz conmigo mismo y pienso que estoy muerto, que qué parte se quemará primero, si va a doler..."
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Sin embargo, el destino no le tenía preparado un punto y final aquel día. Grosjean desvela que se acordó de sus hijos y pensó que no era el momento de irse, que quería verlos una vez más. Y así fue. Salió, saltó, escapó y ahora vive para contarlo.
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EL DÍA QUE SE ROZÓ LA TRAGEDIA EN EL CIRCUITO DE JARAMA
DAZN
Era el año 1970 y Jacky Ickx no era consciente de que iba a protagonizar una imagen que todavía hoy, medio siglo después, sigue congelando el alma a los que la presenciaron. Jackie Oliver chocó con el piloto belga y el fuego emergió con ferocidad.
Fue un choque lateral, que hoy en día no tendría mayor riesgo, pero que, por aquel entonces, suponía una peligrosa tarjeta de invitación a la tragedia. Jackier Oliver se estremece al recordarlo. "Crucé la pista y golpeé a Jackie Ickx de lleno en los depósitos laterales. Se incendió. Una gran bola de fuego".
La vida de los pilotos, sobre todo de Jackie Ickx, estaba en peligro, pero también la de parte del público, ya que muchos se encontraban a escasos metros del lugar del accidente. Si las llamas se extendían o el monoplaza explotaba, la catástrofera sería histórica.
Jackie Icks logró salir del coche, aunque lo hizo envuelto en llamas. Fue entonces cuando apareció un guardia civil para socorrer al belga mientras este se revolcaba buscando ahuyentar el fuego que poco a poco iba envolviendo su cuerpo. Por suerte, todo aquello quedó en un susto gigante. Tanto Oliver como Icks lo pueden contar años después, al igual que los aficionados, que estuvieron demasiado cerca de la mayor pesadilla de sus vidas.
NIKI LAUDA VENCIÓ A LA MUERTE EN 1976
Aunque el golpe sufrido en Nürburgring 1976 no fue el más fuerte posible, sí fue suficiente para que Niki Lauda perdiera el casco y el coche se incendiera. Ente llamas estuvo el austriaco, sin conocimiento, cerca de un minuto. Hasta que aparecieron sus ángeles de la guarda.
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Harald Ertl, Brett Lunger, Arturo Merzario y Guy Edwards fueron los que sacaron a Lauda de su monoplaza y le salvaron de morir en el acto. "¿Cómo está mi cara?", preguntaba un Lauda que sufrió graves quemaduras.
"Estábamos seguros de que escucharíamos en las noticias que había muerto", dice Maurice Hamilton, periodista de F1. Pero Niki Lauda no era un piloto normal. "No podía ver nada, solo escuchaba. En el hospital, mi mujer entró en la habitación que yo estaba y lloró. Lo que, por supuesto, no me ayudó. Me hizo sentir mal y me dijo que solo me reconoció por los pies. Esa era la cuestión, así que tuve que luchar para seguir con vida".
Supo entonces que no volvería a ser perfecto. Le hicieron trasplantes de piel de su propio muslo a la frente, pero todo lo demás lo rechazó: Implantarle pelo, reconstrucción de la oreja. No sería el de antes, pero seguiría con vida... y compitiendo. A los 40 días volvió a correr. Y es que, aún tenía mucho por decir sobre el asfalto. Retornó a los circuitos y ganó otros dos Mundiales de F1 más. Corazón de piloto. Alma de campeón.