Sergio Rodríguez lo ha vuelto a hacer. El talento no desaparece, por mucho que pasen los años, pero ese invencible paso del tiempo sí añade sabiduría, aspecto en el que el base canario siempre fue un adelantado a su edad.
Y en Euroliga, contra el Partizan y para clasificar al Real Madrid a Final Four, cuando los blancos estaban contra las cuerdas, Sergio Rodríguez lo ha vuelto a hacer.
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Sergio Rodríguez y la sabiduría del talento
Euroliga
Dicen que el vino solo mejora con los años, pero un mal caldo tiene difícil subir de nivel por mucho que el tiempo corra. Solo aquellos vinos que sean buenos ganarán verdaderos matices con los años. Y algo así sucede con Sergio Rodríguez.
El canario sorprendió de joven en Europa, se marchó a la NBA siendo un chaval y regresó al Viejo Continente para maravillar en el Real Madrid. Llegó a ser el MVP de la Euroliga 2014 con 14 puntos, 4,9 asistencias y 2 rebotes de media en apenas 22,4 minutos. Magia en estado puro con Pablo Laso como entrenador.
Tras realizar un segundo intento en la NBA, Sergio regresó de nuevo a Europa para ser referencia en Moscú con el CSKA y en Milán con el Olimpia. Con los dos equipos alcanzó la Final Four, escenario que repite en 2023 con el Real Madrid casi 10 años después de su última visita con los blancos a la instancia final, cuando lograron el ansiado título de 2015.
Sin embargo, esta ocasión tiene un punto diferente, especial. Rodríguez cerró su vuelta al Madrid antes del verano de 2022, cuando todavía estaba Laso como entrenador, quien ansiaba su regreso, pero el vitoriano no continuó al frente del banquillo.
El Chacho llegaba a un Real Madrid de poderosa plantilla, importantes refuerzos y dudas en su puesto, el de base. Un Nigel Williams-Goss que no terminaba de convencer, más Carlos Alocén lesionado y su incombustible veterano y amigo Sergio Llull. Muchos años y pocas garantías. O eso parecía.
En temporada regular, el Chacho ha tenido en la 2022/2023 su temporada de menos relevancia en la Euroliga. De hecho, sus 14,4 minutos por partido de la fase regular suponen la cifra más baja de su carrera en la máxima competición de Europa. Y, aun así, ha sabido aparecer cuando más importaba.
El talento siempre ha estado. La magia llevada décadas instalada en las manos y la privilegiada cabeza de Sergio Rodríguez, uno de los jugadores más especiales que ha visto nuestro baloncesto. Y los años, la experiencia, si bien han limitado su físico y velocidad, han potenciado esa sabiduría que siempre ha guardado.
Así lideró el Chacho la remontada imposible del Real Madrid sobre Partizan en Euroliga
Euroliga
El Real Madrid pretendía realizar una gesta de proporciones bíblicas. No era solo remontar ese 0-2 en contra, ganar dos partidos de alta tensión en Belgrado y sacar los billetes para la Final Four en el WiZink, ante un público entregado, era hacer todo eso y remontar una diferencia de casi 20 puntos en el quinto partido.
Los blancos tiraron una vez más de carácter, de ese espíritu indomable que aparece en las grandes noches europeas. Y Sergio Rodríguez fue el artífice de la remontada. El líder que necesitaba un Madrid atascado en ataque para tirar la puerta abajo.
"En el descanso, perdiendo por 16, Sergio Rodríguez ha abierto una ventana por donde hemos empezado a pasar", decía Chus Mateo, entrenador del equipo, tras la impresionante victoria.
El Madrid se mostraba con bajo acierto desde el triple al descanso, con problemas de faltas de Edy Tavares y ante un Partizan en estado de gracia, en especial su estrella, Kevin Punter. Y entonces apareció él, Sergio Rodríguez, para dejar una actuación memorable cuando roza los 37 años.
"He hecho lo de toda la vida: meter energía", explicaba el Chacho, como si su irrupción del segundo tiempo fuese algo rutinario. "Sabía que el equipo necesitaba una marcha más".
Sergio saltó a pista con el Madrid perdiendo por 56 a 72 a falta de 3:22 minutos del tercer cuarto. Era una desventaja cercana a los 20 puntos que situaba al Madrid al borde del precipicio. Y, desde ahí, el parcial fue letal para los blancos, liderados por un Chacho acertado y decisivo en bloqueos directos y en lecturas de la defensa rival.
Una asistencia para Dzanan Musa y luego un robo propio seguido de un triple mágico. Tempo muerto de Zeljko Obradovic, pero el Madrid y el WiZink center ya despertaban. La desventaja pasó de los casi 20 puntos a dibujar menos de dobles dígitos en el marcador.
"El momento clave fue irnos al final del tercer cuarto solo a 7 puntos, con la gente del Palacio muy metida, que eso es algo clave para nosotros", continuaba Sergio en zona mixta. "A partir de ahí, ha cambiado el ritmo del partido y hemos jugado con mucha confianza".
Tiro de dos nada más salir; rebote en defensa y falta forzada en ataque; otro rebote en defensa y nuevamente falta de la defensa de Partizan. Y triple en éxtasis para poner a cuatro al Madrid.
La racha continuó con otro tiro de dos y otro triple para igualar a falta de seis minutos. Y otro tiro de dos, una asistencia veloz para Llull, otra para Mario Hezonja y su último pase de canasta de la noche para el triple imposible de Lull, que ponía el +12 a falta de 2:50 minutos.
Parcial letal y minutos mágicos liderados por el más veterano. El punto álgido del Chachismo ilustrado, que completó con otra canasta más para cerrar su cuenta particular. Fueron 13 puntos en el último cuarto.
Así, el Chacho se despidió del WiZink con una noche para el recuerdo, que pasa de forma automática a los libros de historia, con 19 puntos, 6 asistencias, 3 rebotes y 1 robo en 19 minutos de cancha. Todo ello, con 5 de 6 en tiros de dos (83%) y 3 de 5 en triples (60%).
Aun así, la estadística no refleja de forma fiel el impacto del Chacho. Sin él, el Real Madrid no le hubiese dado vuelta al partido. Sin él, el Partizan sería equipo de Final Four y hubiese puesto fin a la temporada blanca de la forma más dolorosa, con una derrota amarga delante de tu afición.
Sin ese "lo de toda la vida" del Chacho el Real Madrid habría caído eliminado, pero es que precisamente eso es Sergio Rodríguez. Talento, sabiduría y la magia de los jugadores más especiales, aquellos tocados por una varita y que se separan del resto por noches memorables como la del 10 de mayo de 2023.