El estilo del ex campeón mexicoamericano José Ramírez de ir a por toda la acción casi siempre produce emociones y resultados satisfactorios.
Sin embargo, descubrió por la vía difícil que no siempre genera victorias.
Su pelea de julio de 2019 contra Maurice Hooker tuvo a Ramírez superando a su oponente hasta que un gancho de izquierda cortante hizo que el peleador de Texas se tambaleara y cayera de pie contra las cuerdas. A continuación, Ramírez se abalanzó sobre él y lanzó una seguidilla de puñetazos para conseguir un brillante TKO en seis asaltos y convertirse en campeón unificado del peso superligero.
Contra Josh Taylor, el pasado mes de mayo, un intercambio de fuegos artificiales durante los primeros asaltos dio paso al temerario abandono de Ramírez, que se vio superado y destrozado. Al lanzar un gancho de derecha, Ramírez fue vulnerable a un gancho de izquierda y a un derribo en el sexto asalto. Tal vez sorprendido por el derribo, Ramírez cometió un error de novato al soltar las manos esperando que el referi decretara una pausa en el abrazo durante el séptimo. El referi no lo pidió y Ramírez fue recibido con un contundente uppercut que le envió de nuevo a la lona. Taylor aprovechó los dos derribos para ganar una decisión unánime y coronarse como campeón indiscutido de las 140 libras.
"Era una gran oportunidad y siento que la he desaprovechado", dijo Ramírez a Mark Kriegal, de ESPN durante una reciente entrevista, reflexionando sobre su primera derrota como profesional.
Si Ramírez (26-1, 17 KOs) va a recuperarse el viernes por la noche en el Save Mart Center de Fresno, California, contra el veterano José Pedraza (29-3, 14 KOs), su capacidad de boxeo podría tener que encontrarse con su valor a medio camino. Menos riesgos y más golpes calculados para superar completamente la derrota de Taylor y, tal vez, impulsarlo a una revancha con el rey indiscutido.
"Tal vez necesitaba esta derrota", dijo Ramírez.
"Tal vez necesitaba esto para ser mejor y tomar algunos de los errores que tal vez cuando ganas y te acostumbras tanto a ganar, nunca arreglas".
Añadió el entrenador Robert García a Kriegal: "Cuando perdemos una pelea, queremos que nuestro peleador piense de forma diferente mentalmente porque una derrota duele".
Según García, ese cambio de mentalidad significa tomar la actitud de chico bueno de Ramírez y convertirla en la mentalidad de un guerrero despiadado.
Para lograrlo, Ramírez debe darse cuenta de que no siempre necesita un nocaut. Derribar a un oponente con una potencia controlada y un buen boxeo constituye una verdadera opción.
En ese sentido, Pedraza (29-3, 14 KOs) ofrece una gran prueba. El púgil puertorriqueño, de 32 años, lleva una racha de tres victorias, habiendo detenido por última vez a Julián Rodríguez en junio.
Lo que le falta a "Sniper" en cuanto a poder, lo compensa con creces con su precisión. Ramírez podría tener que confiar en su inteligencia en el ring más que en su poder de pegada para encontrar la manera de levantar la mano contra Pedraza.
"Quiero ganarme mi posición y quiero ganármela enfrentándome a los mejores", dijo Ramírez sobre el motivo por el que quería enfrentarse a Pedraza. "Y él lo está haciendo muy bien".
Una victoria sobre Pedraza que le permita crecer y mostrar un juego más pulido podría conseguir para Ramírez una revancha con Taylor más adelante.
Y ciertamente tal escenario contaría con Ramírez para equilibrar su estrategia en el ring mucho más.
¿Por qué no iniciar el proceso el viernes por la noche mostrando el crecimiento contra Pedraza primero?