El proceso del ex campeón estadounidense Deontay Wilder para ponerse de nueva cuenta de pie ha sido duro y largo, pero ha dejado su enseñanza.
El peleador de 36 años fue noqueado de manera consecutiva en sus últimas dos salidas – las únicas derrotas de una carrera en la que tenía récord de 42-0-1 con 41 nocauts – por el inglés Tyson Fury, pero tras un año de ausencia regresará el 15 de octubre para enfrentarse a Robert Helenius en un duelo de eliminatoria mundialista en Brooklyn.
“Aprendí mucho y entrené muy duro. El perder con Fury me mostró que tan guerrero puedo ser, pero no por eso quiere decir que tenga que cambiar mi esencia. No quiero entrar al ring e intentar ser perfecto. Solo quiero ser yo, porque lo valgo”, dijo en entrevista.
Uno de los elementos que lo ayudó a salir de ese trago amargo fue el reconocimiento que le hizo su natal Tuscaloosa, Alabama, con una estatua en su honor, tributo a su carrera.
“Ahora estoy en una posición distinta y simplemente se siente genial no contar con presión. Yo ya no necesito al negocio. Cuando peleo, peleo por razones personales. Por mi gente y por los títulos”, dijo durante su entrenamiento público.
Entrenando bajo las órdenes de Malik Scott desde hace varios meses, Wilder aseguró que ha estado afinando detalles, pero meterse con su estilo o intentar cambiar lo que por tantos años le funcionó arriba del ring.
“No puedo ir y tratar de cubrir los estándares de alguien más para mí. Tengo que ser feliz, tengo que estar en paz. Cuando tienes a un peleador feliz y en paz, sale lo mejor de él. Hay mucha gente en el mundo como para complacerlos a todos. No puedes complacerlos a todos. Solo puedo hacer lo que puedo hacer y hacer lo que Dios me ha dado la habilidad de hacer y eso ser genial”, finalizó.