El boxeo puede a veces proporcionar a sus seguidores decepción y frustración. La reciente saga entre Tyson Fury y Anthony Joshua, con Bob Arum, Eddie Hearn y Deontay Wilder en papeles secundarios, es una prueba reciente.
En un deporte en el que los promotores tienen que pedir permiso a los órganos de gobierno rivales, a las televisiones que se pelean y, sobre todo, a los púgiles, para montar un espectáculo, no es de extrañar que el boxeo se dispare a menudo en el pie. A pesar de las molestias que acompañan a este deporte, de vez en cuando aparecen rayos de sol, y ninguno brilla más que Nonito Donaire.
Con un puesto en el codiciado Salón de la Fama del boxeo asegurado desde hace tiempo, cabe preguntarse por qué Donaire sigue en activo. La sensación filipina, que ha acaparado titulares durante gran parte de su carrera, no muestra signos de desaceleración.
Su llegada como figura en un peso pequeño se produjo en 2007, cuando Donaire fulminó a Vic Darchinyan en cinco asaltos para ganar su primer título mundial, y desde aquella explosiva victoria, ha formado parte del mobiliario del boxeo sin amenazar nunca con pasar de moda.
En sus derrotas ante rivales de la talla de Guillermo Rigondeaux, Nicholas Walters, Carl Frampton y Naoya Inoue, Donaire no ha hecho más que repasar su trayectoria y volver a reinventarse, listo para ir a la guerra una vez más. Campeón del mundo de varios pesos y con una gran cantidad de noches duras a sus espaldas, es un milagro que Donaire siga luchando hoy en día, y mucho menos que registre victorias por KO al más alto nivel.
La victoria del mes pasado sobre Nordine Oubaali le dio a Donaire el cinturón del peso gallo del WBC, ya que rompió los pronósticos 17 meses después de haber dado a Inoue la pelea más dura de su notable carrera. La derrota ante el monstruo japonés realzó el legado de Donaire por la forma en que perdió y cuando la mayoría predijo que era el ideal para retirarse del deporte, Donaire tenía otras ideas.
De nuevo un boxeador con muchas opciones, Donaire no descansa en la moral que le ha convertido en el boxeador que es y que es respetado universalmente diez veces en el mundo del boxeo. Recién salido de la victoria de Oubaali, Doniare se enfrenta a John Riel Casimero el 14 de agosto con el objetivo de recuperar el título de la WBO y añadirlo a su creciente colección de honores.
Si tiene éxito, Donaire deberá defender sus cinturones contra Rigondeaux, el maestro cubano que, durante 36 minutos en 2013, hizo que Nonito pareciera un novato de cuatro peleas que eligió el deporte para hacer algo.
Si Donaire puede obtener la revancha ocho años después, después de que se lea el panegírico de su carrera tantas veces, entonces seguramente será suficiente para cerrar la discusión sobre las conversaciones del "Peleador del Año".
¿Oubaali, Casimero y Rigondeaux en el espacio de 12 meses? Tres victorias asegurarían el mencionado premio en cualquier año y sería tonto sugerir que no puede lograrlo, nueve años completos después de ser considerado por muchos como el mejor de 2012 y poco después de cumplir 39 años.