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Boxeo

Por qué Taylor vs. Serrano hace bien en utilizar asaltos de dos minutos y no de tres

Mike Costello
Por qué Taylor vs. Serrano hace bien en utilizar asaltos de dos minutos y no de tresDAZN
La voz del boxeo explica por qué las boxeadoras no necesitan la misma duración de asaltos que los hombres para ser iguales.

Cuando el actual (y cuarto) Madison Square Garden se inauguró en 1968, la perspectiva de que dos mujeres encabezaran un cartel fue una situación que se veía no sólo remota, sino ridícula.

Después de tantos años, Katie Taylor y Amanda Serrano llevan la antorcha, pero el debate sobre la igualdad en su deporte sigue siendo intenso.

Serrano aprovechó el anuncio oficial del combate para volver a pedir que los combates profesionales femeninos se celebren en asaltos de tres minutos, una cuestión que ha dividido a los profesionales médicos, a los promotores y a las propias boxeadoras.

La Alzheimer's Society calcula que las mujeres tienen el doble de probabilidades que los hombres de sufrir demencia en la edad adulta. Este es un debate no sólo sobre el aquí y el ahora, sino sobre el futuro bienestar de las competidoras de hoy. ¿No son los problemas y el sufrimiento de tantos ex boxeadores varones una señal de alarma suficientemente fuerte?

El argumento esgrimido por Claressa Shields y otros se centra en el valor del entretenimiento. Los asaltos más largos ofrecen la oportunidad de forzar más nocauts y producir más emoción, lo que supuestamente aumenta el valor de mercado de los boxeadores.

En los Juegos Olímpicos de Tokio del año pasado se celebraron asaltos de tres minutos, y los resultados pueden interpretarse de acuerdo con ambas partes del argumento: en casi 100 combates en cinco divisiones de peso, sólo uno terminó dentro de la distancia.

Se podría argumentar que los asaltos más largos no crearon más dramatismo y pues con tres minutos no aumentó el nivel de peligro.

Hay una diferencia crucial: Los combates olímpicos se disputan a lo largo de sólo tres asaltos en total y son generalmente competitivos -dadas las exigencias de la clasificación para los Juegos en primer lugar-, mientras que en el juego profesional, el abismo entre los mejores y el resto es a veces inconmensurable y ocasionalmente vergonzoso. Y esa es una cuestión clave para el desarrollo continuo del boxeo profesional femenino.

La estadounidense Christy Martin, una de las primeras estrellas del boxeo femenino y considerada la "hija de la minera del carbón", dijo recientemente que "los asaltos de dos minutos hacen que los combates femeninos sean más entretenidos porque hay mucha acción".

¿Por qué no hacer de esta apreciación de Martin una virtud?

En el tenis, un día típico en la Pista Central de Wimbledon supondría ver partidos de hombres y mujeres, que ofrecen distancias, estilos y enfoques diferentes y añaden un nivel de diversión general. Las autoridades de Wimbledon pagan por igual a los campeones masculinos y femeninos, pero el boxeo se rige por el principio económico de la oferta y la demanda, y los más talentosos no siempre son los más recompensados, sean hombres o mujeres.      

En términos sencillos, un aumento de 10 asaltos de dos minutos de duración a la distancia del campeonato masculino de 12x3 casi duplicaría el tiempo que se pasa en el ring. Y a medida que se produce la fatiga, también aumenta el potencial de acelerar el movimiento de la cabeza al dar un golpe, y con ello el potencial de peligro, como se indica en esos estudios estadounidenses.     

El pasado mes de noviembre, en un función de DAZN en Puerta Vallarta, Melissa Esquivel sufrió lo que ella misma describió como un "pequeño derrame cerebral" tras ser superada por Erika Cruz en una pelea por el título pluma de la WBA . Esquivel fue hospitalizada y escribió en Facebook, donde fue tratada por deshidratación: "Resulta que tuve un pequeño derrame cerebral por el cabezazo y los siguientes golpes que se dieron. Ahora mismo estoy bien, recuperándome. El derrame es muy pequeño, gracias a Dios. He tenido suerte".

"Quería parar la pelea en el octavo asalto, pero como faltaban dos, decidí llegar hasta el final y quizá no fue la mejor decisión".

Esquivel, como muchos antes que ella, fue hospitalizada en parte por su propia valentía. Volvió al cuadrilátero el pasado fin de semana, fracasando de nuevo en un desafío por el título mundial, pero su difícil situación subraya el imperativo de que las decisiones en torno a cualquier cambio futuro deben tomarse con el bienestar del boxeador como motivo primordial.

En este sentido, todos los boxeadores son siempre iguales.

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