Luego de meses de amenazas y negociaciones fallidas, Tommy Fury aceptó pelear con Jake Paul en agosto.
Paul dio un ultimátum de 24 horas al peso semipesado para que aceptara el combate, después de que pareciera que la pareja no llegaría a organizarse.
El dúo tuvo oportunidad de pelear en diciembre, pero Fury, el hermano menor de Tyson Fury, abandonó el combate con una costilla rota y una infección bacteriana en el pecho. Pero a pesar de lo dicho, el YouTuber estadounidense dudó que realmente estuviera lesionado.
Al final, Paul se inclinó por otra pelea y derrotó al ex campeón de la UFC Tyron Woodley en una revancha que saldó con un soberbio nocaut, pero él y Fury siguieron intercambiando insultos en internet y en entrevistas, dejando entrever que su rivalidad no había muerto.
Fury respondió en Twitter diciendo: "Nos vemos el 6 de agosto amigo".
Paul respondió: "En realidad estamos programados para estar en Nueva York la próxima semana para la conferencia de prensa de inicio y no soy tu amigo, amigo".
La respuesta sugirió que la pareja estaba al tanto de un acuerdo para pelear después de meses de continuas especulaciones.
Paul ya había anunciado su intención de volver al ring después de centrarse en la promoción del enfrentamiento en el Madison Square Garden entre Katie Taylor y Amanda Serrano.