Cuando entraron al ring en la arena Dickies de Texas, Vergil Ortiz y Michael McKinson sabían que uno iba a perder el cero en su récord.
En la esquina roja, Vergil llegó con un récord de 18-0 con 18 nocauts, mientra que McKinson con 22-0 con 2 noccauts. Había un claro favorito para llevarse la victoria. Sin embargo sería un duelo entre el poder de Ortiz contra la destreza técnica de McKinson.
A la hora de la verdad, la brutalidad de los golpes de Ortiz fueron desgastando a un incómodo McKinson y el primero detuvo al inglés a los 0:27 del noveno asalto en Fort Worth, en una noche que fue transmitida por DAZN a más de 200 países y territorios.
"Honestamente, pensé que realmente no hice nada bueno (en los primeros siete asaltos)", dijo Ortiz en su entrevista posterior a la pelea. "Tuve que ajustarme mucho. Debería haber escuchado a mi esquina desde el principio".
"Sentí que lo había descubierto en el primer asalto, pero me alejé de él. Mi esquina tenía el plan de juego trazado, mi padre me regañó durante tres o cuatro asaltos, y finalmente le hice caso y lo sacamos de allí", reconoció el joven de 24 años de edad.
McKinson fue un peleador complicado, con un estilo escurridizo, pero destacó por su capacidad de asimilar castigo, así como el gran corazón que lo llevó a levantarse dos veces de la lona (en el round 8 y 9).
Para Vergil esta no fue la pelea ideal para mandar un mensaje al resto de la división, pero al final aseguró que pelearía con quien fuera necesario y estuviera disponible, pues sabe que por ahora Terence Crawford - quien asistió a la pelea - está negociando por ahora con Errol Spence.